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Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

¿La Palmera? No la conoce ni la madre que la parió

Ni los técnicos de Urbanismo ni los jueces pueden resolver los estropicios irreversibles contra el patrimonio del 29 La culpa de cuanto ocurre en la ciudad

El solar del número 38 de la Palmera antes de la construcción del mamotreto.

El solar del número 38 de la Palmera antes de la construcción del mamotreto. / José Ángel García (Sevilla)

La Justicia avala una vez más una de las polémicas licencias de obra otorgadas para levantar un mamotreto en la Avenida de la Palmera. ¿Algún ingenuo esperaba otra cosa? Ni la Gerencia podía negarse a conceder el permiso de acuerdo con el planeamiento vigente, ni el Juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 7 podía anular la licencia concedida en su día para el número 38, donde disfrutamos (risas en off) de una maravillosa residencia de estudiantes. Aquí somos especialistas en exigirle valor a los demás. Esta ciudad es muy del “tener que” hacer algo cuando se trata de que lo haga un tercero, claro. En Sevilla los terceros son fundamentales, tanto que hasta tienen una plaza. El funcionario tiene que hacer lo que le digamos. Y el periodista tiene que escribir lo que le dicen. “Ahí se te ha ido la clave del PGOU”.

La gran ventaja de los tiempos que corren es que hay redes sociales, con lo que todo el mundo puede decir su pamplina, vomitar su bilis, ajustar sus particulares fobias o darle rienda suelta a su micronarcisismo en sus respectivas cuentas. Algunos antes justificaban su inacción en no tener un periódico donde escribir, pero ahora se les puede instar a denunciar la barbaridad de la Palmera u otras en sus redes sociales. ¡Échenle valor y digan todas esas cosas que sueltan en las barras de los bares! ¡Claro que a la Palmera no la conocerá ni la madre que la parió antes del 29! Por supuesto que es un atentado contra el patrimonio histórico-artístico de una ciudad que pudo desarrollar la zona Sur gracias a la Exposición Iberoamericana. Indudablemente que Sevilla es una urbe muy grande y con espacios más que suficientes para acoger modelos de nueva arquitectura (digámoslo así) al mismo tiempo que respetar el estilo regionalista. Hay sitio para todo, pero en ocasiones parece que se trata de provocar, irrumpir, destrozar, dar la nota al fin. El PGOU de Sevilla es de 2007. Mucho han tardado los mamotretos en llegar. Probablemente la crisis económica y financiera que arrancó en 2008 retrasó muchos disparates, pero han llegado algunos lustros después. Y lo han hecho para quedarse. Sevilla encara el centenario de su primera gran exposición del siglo XX con varios estropicios irreversibles en la Avenida de la Palmera. ¡Un éxito!

No le pidan al juez que resuelva lo que no está en su mano. No le exijan a los técnicos de Urbanismo que nieguen un permiso que se ajusta a la normativa. Denuncien, protesten y hagan oír su voz cada uno desde sus posibilidades. Pero no es la hora de los terceros, sino del paso al frente. A esta ciudad ya le ha salido demasiado cara la indolencia de sus vecinos.

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