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La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Ponerle el cascabel al turista

Es necesario. Es un problema. Es una bendición. Es una condena. Algo hay que hacer. Poco o nada puede hacerse

Lo más difícil en política es afrontar problemas que las circunstancias económicas y la realidad social hacen difícilmente corregibles, y ante los que las más opuestas posturas llevan algo de razón. El turismo masivo es uno de ellos. ¿Cómo controlar el libre flujo de personas y evitar que los cascos históricos se degraden al convertirse en parques temáticos en los que las industrias al servicio de los turistas actúan como especies invasoras que devoran toda forma de vida vecinal, cotidiana y auténtica? ¿Cómo hacer compatible la explotación del turismo como recurso necesario-en nuestro caso fundamental- y el respeto al patrimonio natural, histórico y cotidiano? Y más en estos tiempos de crisis producida por la pandemia en los que lo primero, tras la salud, es la recuperación económica. Sevilla se prepara para Fitur. La Diputación apuesta por el fomento del turismo provincial de naturaleza, el Ayuntamiento por el relanzamiento internacional de "la marca Sevilla". ¿Qué otra cosa pueden hacer? Nos jugamos las papas.

El TSJ de Cataluña acaba de tumbar el plan urbanístico de Ada Colau que desde 2017 no permitía abrir nuevos hoteles en el centro de Barcelona, mandando las nuevas aperturas a la periferia. Es uno de esos casos en los que, en mi opinión, todos tienen algo de razón. Mala es la intervención abusiva de lo público en las cuestiones empresariales. Mala es la concentración exagerada de hoteles, restaurantes y bares en calles y barrios enteros. Necesaria es la reactivación económica gracias al turismo. Necesario es ordenarla. E imposible, por lo visto, es hacerlo.

Dicen sus críticos que lo de Colau es propio de la turismofobia y el intervencionismo comunistoide antisistema. Puede ser cierto. Pero también lo es que desde los años 60 del pasado siglo la Unesco se preocupa cada vez más por los efectos del turismo masivo en el patrimonio natural e histórico. Llegando en los últimos años a afirmar que el factor que más perjudica a los sitios patrimoniales es la mala gestión institucional [de lo que se deduce la necesidad de la intervención institucional positiva] que conduce al desarrollo urbano descontrolado y la sobreexplotación turística, de la que afirma que ha llegado a ser peor para el patrimonio que las guerras. ¿Quién le pone el cascabel al turista? Me temo que toca de lo del viejo refrán: comerse el pan y cagarse en el morral. La pena es que el morral es Sevilla.

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