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Tribuna

Leandro del Moral

Universidad de Sevilla. Fundación Nueva Cultura del Agua

El Puerto: Recuperar 15 años perdidos

Hace algunos días el vicepresidente de la Junta de Andalucía, el alcalde, la presidenta de Puertos del Estado y el titular de la Autoridad Portuaria hispalense han presentado el Plan Estratégico del Puerto de Sevilla, horizonte 2025, sin ninguna referencia al dragado de profundización del estuario del Guadalquivir, hasta hace poco imprescindible, “una cuestión de supervivencia”. El Plan Estratégico plantea ideas más o menos convincentes, algunas discutibles, otras afortunadas, que ya comentaremos en otro momento. Pero lo que aquí queremos destacar es que el nuevo Plan descarta la estrategia a la que el Puerto ha estado dedicando una importante cantidad de energías y de recursos económicos, humanos, políticos y de prestigio. Han sido 15 años de cierre en banda, de falta de diálogo con los opositores a su proyecto, de enfrentamiento con la comunidad científica independiente (otros han cobrado por defenderlo), con la ciudadanía consciente de la necesidad de un giro hacia la sostenibilidad y con sectores productivos amenazados.

El tema es importante porque la experiencia del dragado ha sido el último eslabón de una cadena de grandes intervenciones en infraestructuras que recorren literalmente, con peridiocidad de 20-25 años, toda la edad contemporánea: la primera corta frente a Coria, la etapa de la Real Compañía San Fernando, Canuto Corroza, Pastor y Landero, Luis Moliní, Delgado Brakembury, el Canal Sevilla-Bonanza, la etapa de las cortas de la Punta del Verde-Isleta-Olivillos y la Dársena de Batán, las reestructuraciones de la Expo 92... Cada etapa se resolvió con mayor o peor fortuna, se relacionó con el desarrollo urbanístico de la ciudad, y todas ellas se presentaron como operaciones incuestionables en las que el Puerto se jugaba su ser o no ser, su destino.

Hablamos de una enorme cantidad de energía que el Puerto de Sevilla, por su significación en la estructura del territorio, por su función económica y por su sentido para la identidad de la ciudad, se ha merecido. Pero ahora toca cambiar de estrategia: pasar de una perspectiva centrada en los intereses sectoriales del puerto a una perspectiva integradora de la complejidad de funciones, actividades económicas, sociales y ecológicas presentes en el estuario. Frente a una perspectiva coyuntural, construir una perspectiva que tenga en cuenta la experiencia del largo proceso de intervención sobre el estuario; frente a una perspectiva de lucha contra la naturaleza, de intervención quirúrgica y artificialización continua, diseñar una estrategia de adaptación y negociación con la naturaleza. Frente a la ausencia de rendición de cuentas de los centros de poder actuales, garantizar la transparencia y admitir la participación en el debate con las opiniones contrarias.

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