La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Restaurantes de un tenedor... usado

Se lleva el camarero el plato, te conmina a quedarte con el cubierto usado y no tienes donde colocarlo en una mesa sin mantel

Mesas de un restaurante

Mesas de un restaurante / M. G.

HAY gente a la que no conoces que pierden el encanto cuando se ponen a hablar de cualquier tema como hay restaurantes pretenciosos que echan su fama por los suelos cuando el camarero te retira el plato de los entrantes y te conmina a que te quedes con el tenedor usado. Mucha vitrina con el marisco expuesto, mucha ensaladera con cubitos para que asomen los cuellos de botella del carbónico francés, muchos reservados con óleos enmarcados... para después cometer semejante marranada. Y échese a temblar como sea un establecimiento de los que no emplean manteles o los usan de formato pequeño.

Se lleva el camarero el plato y, como tampoco se usan ya bajoplatos o platos de cortesía, hay que posar el cubierto usado directamente en la mesa. Solución: se queda usted con el tenedor usado hacia arriba como un rejoneador a la espera del encuentro con el toro. Con el tenedor manchado de mayonesa aborda usted la urta a la roteña, la pequeña diócesis de tartar de gambas o el trocito de la ración de lomo de buey que le toque en suerte. No hay cosa más estúpida, por cierto, que compartir platos que no son adecuados para la división. Se comparte una empanada, por ejemplo, pero hacerlo con huevos con tomate es un riesgo, no sólo porque el tomate sea de lata y no de elaboración casera, sino porque siempre hay alguien que se ofrece a mezclarlo todo con un cubierto... usado.

Se aprecia con claridad estos días de reencuentros navideños por mucho que se hayan suspendido numerosas comidas y cenas. Te citan en hoteles de cinco estrellas donde te traen la botella de agua ya abierta, te obligan a compartir platos de chacinas donde el personal mete los dedos sin orden alguno, los cubiertos para servir (las pinzas de hostelería) han desaparecido. Pero es que ocurre en sitios supuestamente cotizados y en los que te pegan una estocada en la factura que ni Ruiz Miguel en sus mejores tiempos. Los precios no han bajado, pero sí lo han hecho las atenciones. Y he aquí el problema. Muchas aerolíneas redujeron tarifas al suprimir determinados servicios o cortesías. El restaurante del hotelito pretencioso cobra de acuerdo a las cinco estrellas, pero ha quitado, por ejemplo, los manteles con el pretexto de ofrecer una imagen chic. ¿Saben cuánto se ahorra en lavandería? Y los neotontos pagan con gusto. En nada haremos cola para comer en la cocina del negocio de moda, a la que iremos con traje, corbata y... el tenedor chupado. Los restaurantes de nivel se deben organizar ya por categorías:de un tenedor chupado o de dos tenedores chupados. Y nadie dice nada cuando hay que decirlo. Todos callados. No se señalen y pasen por caja.

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