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Tribuna Económica

Rogelio / Velasco

Riesgo político y económico

EL Íbex ha ganado un 9,6% en lo que va de año. Puede parecer elevado y transmitir la impresión de que las cosas van bien, la economía crece y se genera empleo. Pero frente a este comportamiento de la bolsa española, el índice paneuropeo EuroStoxx 50, el Dax alemán y el CAC francés han crecido entre el 15% y el 20% durante el mismo periodo. Y el índice de la bolsa de Milán, FT/Mib, ha aumentado un 24,7%.

Esta dispar evolución entre la bolsa española y los principales mercados europeos, tienen también su reflejo en el mercado de deuda. A finales del 2014, la rentabilidad del bono español a 10 años se situaba en el 1,61%; ayer alcanzó el 1,94%. Frente a esta cifra, el bono italiano de la misma duración se sitúa en el 1,77%. El riesgo de la deuda española es, nuevamente, superior al italiano.

El peor comportamiento tanto de la bolsa y como del mercado de deuda es tanto más paradójico, si se tiene en cuenta que la economía española está creciendo a un ritmo que duplica al de las europeas. El déficit público, aún con retraso respecto de lo previsto, continúa reduciéndose. El sector exterior muestra un gran dinamismo de las exportaciones, a pesar de un entorno internacional incierto.

Todos estos elementos, deberían haber impulsado al Ibex mucho más arriba de lo que está, por delante de los países de la zona euro. Además, los tipos de la deuda a 10 años deberían haberse reducido o permanecido estables -y en todo caso por debajo de los italianos- pero no aumentado, como lo han hecho.

¿Qué está ocurriendo? Ya ha empezado a extenderse por los mercados financieros la preocupación por la situación política de España. La incertidumbre creada por la radicalización independentista que ha tenido lugar en Cataluña, está empezando a pasar factura. Muy probablemente, ni la bolsa ni la deuda española habrían tenido los comportamientos señalados si la situación política en Cataluña fuera de normalidad.

Adicionalmente, y mirando algo más hacia adelante, las elecciones generales que previsiblemente tendrán lugar en diciembre, introducen un elemento adicional de incertidumbre que ha ayudado -y seguirá haciéndolo durante los próximos meses- al mal comportamiento de los mercados financieros con España. En particular, se teme que sea necesario contar con Podemos para formar un gobierno, de manera que se ponga en riesgo la situación fiscal y otros aspectos importantes de la economía.

Algunas prestigiosas entidades de análisis y previsión económicas, han empezado a rebajar ligeramente la previsión de crecimiento para el próximo año. Sólo unas décimas, pero si la situación política empeora notablemente, el frenazo económico y las dificultades para colocar deuda pública y privada a tipos reducidos, estarán garantizados.

El crecimiento del consumo privado, que este año será del 3,5% y el próximo del 2,6%, puede verse rápidamente reducido si los consumidores perciben un aumento de la incertidumbre. Y mucho más en el caso de las empresas. La inversión de éstas se prevé crezcan en un 8,6% y un 7,2% para ambos años; un crecimiento elevado y el más importante para que la expansión sea sostenida a medio plazo. Pero la inversión empresarial es muy sensible al riesgo político. Este país está jugando con fuego y muchos parecen no advertirlo.

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