La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Sevilla F.C., aquellos años del trofeo Estella

No hace tanto que la ilusión era ganar aquel torneo navarro y probar las salchichas rojas con mostaza de envase colectivo El buen morir de una gran sevillista

Jugadores del Sevilla F.C.

Jugadores del Sevilla F.C. / M. G. (Sevilla)

Hoy disputa la séptima final de la Europa League, de soltera la Uefa. Ayer, porque fue ayer, dicho sea a lo Fray Luis de León, solo aspiraba a levantar el Carranza, el Colombino o aquel trofeo de verano del pueblo de Mariló Montero, la muy navarra Estella. El Sevilla ganó las dos primeras ediciones de un torneo que, por supuesto, se jugaba a partido único y que a los jovenzuelos de diez a quince años sabía a gloria porque no había otra. Al menos los de cierta generación no habíamos probado ninguna. Jock Wallace era un entrenador escocés al que dieron un semaforazo en la Sevilla de finales de los años ochenta. Su mujer se llevó el disgusto del siglo. Mac Minn era el fichaje que todos esperábamos. Y lo que acabamos comentando fue que traía una pierna más averiada que un transformer de segunda mano. Ay, los culebrones de los fichajes de Dassaev y Maradona, la ilusión por aquel Josimar que marcó un gol con Brasil que el Telesur de Martínez Campos nos repetía en el informativo de mediodía hasta el hartazgo. Tardes de fútbol en el gol Norte con puestos de salchichas rojas metidas al desprecio en la viena y con derecho a chorreón de ketchup o mostaza de un bote de uso colectivo. Mejor no recordar cómo eran manipulados aquellos envases.

Hoy disputa la séptima final aquel club de la megafonía que anunciaba con un estruendo la empresa responsable de la gestión de los anuncios. “¡Para publicidad en su estadio, Publidepor! ¡Roguemos usen las papeleras del recinto!”. Los biris vendían por 25 pesetas una publicación hecha con más buena voluntad que medios. El conocido como Pajarito era un guardia de seguridad que cada domingo era fuertemente jaleado cuando junto a sus compañeros avanzaba en fila india por la banda hasta situarse detrás de la portería. Los carnés eran de cartón frágil y a final de temporada acumulaban más agujeros que un queso suizo. Infantil, juvenil, adulto... Con derecho a esos partidos desangelados de Copa del Rey contra el San Sebastián de los Reyes o el Córdoba y, muchos días, a quedarte un rato más porque después jugaba el Sevilla Atlético y se pasaba bien mientras en los auriculares sonaba Bartolomé Cabello con La afición opina después de haber estado oyendo la retransmisión del partido en Radio Sevilla. Hoy disputa la séptima final aquel club que un verano comenzó a ser anunciado como el Sevilla de la ilusión. De los botes de mostaza con el tapón abierto al cáterin de Robles. Del trofeo Estella a una Supercopa de Europa. Siete finales no son casualidad, es evolución.

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