La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El Papa en las Islas Canarias
Verano complicado y lleno de tribulaciones el que se le viene encima al fútbol. La pandemia y los excesivos compromisos económicos que cada club tiene establecidos hacen que el verano de este 2021 sea proceloso. Y no sólo para los que pescan en ruin barca, sino para los que viven en palacios, ya que lo mismo preocupa en el que no puede hacerse con Mbappé que con el que ve cómo Koundé espera con ansia la llamada de un grande.
Otro ejemplo de inestabilidad económica lo tenemos en la marcha de Zidane. El francés es de los pocos casos de profesionales que se van con contrato en vigor sin necesidad de ser despedidos. ¿Y por qué se va Zidane? Pues por lo mismo que venimos diciendo, porque su club, el omnímodo Real Madrid, no está en condiciones de darle lo que quiere. Y es que entre la pandemia y las grúas de Florentino, la caja del Mejor Club del Siglo XX no dan para lo que habitualmente daban.
Paralelamente, el otro omnímodo, el Barça, quizás tenga que tragarse a Ronald Koeman por la sencilla, y única, razón de una tesorería famélica y con trampas para coger leones que impiden el finiquito del holandés. En la generalidad todo se resume echándole la culpa a la pandemia. Esos estadios desiertos desde marzo de 2020 están pasando factura, por lo que los fichajes que no sean mediante carta de libertad, gratis total, serán complicados, muy difícil de afrontar.
De hecho ya estamos viendo cómo las diferentes cancillerías deportivas andan pescando carne barata. Dmitrovic, Rui Silva, Mandi y ayer Miranda son ejemplos claros de en qué caladeros se pesca. La situación es la que es y se espera como agua de mayo la reapertura de los estadios y no sólo por el calor ambiental que producen, sino por cómo alegraría las pajarillas de unas tesorerías, unas más que otras, bajo mínimos. Y a ver qué es lo que nos depara el día después, a ver.
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