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Opinión El autor analiza la incomprensión de empresarios y políticos de los planes urbanísticos

Francisco Morilla Gordillo

¿Urbanismo para empresarios en Sevilla?

TENDREMOS en España alguna vez una mayoría de empresarios de la edificación que acepten un planeamiento y una normativa urbanística coherentes como un hecho normal, sin que traten de esquivarla, derogarla? ¿Y que no actúen bajo el corto plazo del beneficio rápido sin importarles los efectos posteriores?

España no ha sido, ni es, una nación en la que haya abundado el orden y la disciplina, ni el plantearse las consecuencias para mañana de lo que hacemos hoy. Frente a naciones europeas en las que luteranismo, calvinismo y otras prácticas religiosas engendraron diferencias de actitud ante el presente, el futuro, el trabajo, aquí el orden, la disciplina y la visión a medio y largo plazo no abundaban en los grupos protagonistas de la vida social, e incluso el corto plazo podía ser desplazado por un corto pragmatismo de hoy a unas semanas.

Y como en la economía española el turismo y la construcción espontánea han tenido fuerte protagonismo cinco décadas, ello puede explicar cómo aquí pudo surgir la burbuja inmobiliaria. Manifestándose ese proceso en varios niveles:

-Una estructura económico-social que en las tres décadas anteriores se ha aproximado en ingresos y bienestar a otras naciones europeas, pero en los quince años últimos lo hacía incrementando enormemente la inversión en el urbanismo y edificación espontáneos con enormes ingresos y empleo, pero sin prever los efectos negativos que traería después. Y ahora su caída ha arrastrado a varios sectores dependientes generando un angustioso desempleo.

-Un empresariado del sector de la edificación que actúa a corto plazo y es reactivo a todo Planeamiento y normativa, y ha importado una solución: la "flexibilidad" con el suelo. Pues es insaciable con el aprovechamiento del suelo e indiferente al desorden urbano y a la pérdida de patrimonio arquitectónico, medioambiental, paisajístico...

-Una insensibilidad ciudadana ante todas esas pérdidas patrimoniales notablemente mayor que en otros países como Francia, Suiza, Alemania, Inglaterra, Noruega Suecia…

-Una mayoría de políticos en los que domina esa insensibilidad y que saben que una mejora a corto plazo de la economía, el empleo y equipamientos consigue votos y elecciones, sin importar el medio empleado. Y al actuar así se han dejado a un lado más de una vez proyectos muy factibles a medio plazo.

Obviamente esas actitudes se extienden por toda Andalucía. En Sevilla, el acceso del PP a la Alcaldía ha incitado a empresas, promotores y dirigentes empresariales a continuar con ellas demandando "flexibilidad" para proyectos que no cumplen la normativa del vigente PGOU. El que se aprobó mediante un consenso entre todas las fuerzas políticas y los dirigentes empresariales, y que sólo implicaba introducir un orden mínimo con unas normas mínimas entre tanto desorden acumulado tras décadas de absoluta "flexibilidad". Y la "flexibilización" de las normas para fines tan particulares se quiere justificar afirmando que "creará empleo".

Pero si tras el desorden urbanístico acumulado en Sevilla y su área metropolitana se "flexibilizan" esas normas y orden mínimo por intereses tan particulares ello es continuar el desorden. Y un orden mínimo urbano que impida concentraciones desordenadas y saturadas de actividades y tráfico es esencial para la accesibilidad a los centros comerciales y culturales, para la conexión fluida con los espacios y mercados exteriores a la ciudad, favorece la ubicación de empresas y el intercambio comercial interno… e incide favorablemente en el empleo, aunque indirectamente. Por ello el orden mínimo que da el Planeamiento antecede al empleo, y es la demagogia y muy corta visión de siempre la que afirma que "el empleo debe estar por encima del PGOU" como pretexto para amañarlo.

También desaniman las declaraciones de algunos dirigentes empresariales. Del Plan de Ordenación del Territorio de Andalucía (POTA), excelente documento elaborado por expertos economistas, geógrafos e ingenieros del ámbito universitario, un dirigente empresarial dijo que era un instrumento de "planificación soviética" (¿?), y después declaró que "conservar el medio ambiente no es necesario, pues en África que es en donde más se conserva la edad media es de treinta años" (¿?). Otro dirigente empresarial ha manifestado que el actual PGOU de Sevilla es "nefasto" y que "no funciona", aun cuando se consensuó con los empresarios, y pide que se "flexibilicen" sus normas ante la "inversión que sea". Lo que es ceder a todas las exigencias de los inversores sin considerar qué efectos aparecerán después en el desordenado territorio metropolitano. Aunque dicen crear así "miles de puestos de trabajo".

En esas declaraciones es evidente la voluntad de ignorar graves problemas por quien tan rudamente piensa. Pues no preocupa el desorden urbano y territorial ni los efectos negativos que a medio y largo plazo generan en la economía, y el que se agoten algunos recursos. Ya durante décadas se fue demoliendo gran parte del casco histórico de Sevilla por la presión inmobiliaria sobre el suelo, y de conservarse hoy aumentaría la demanda turística. Y también se acumulaba en el área metropolitana un gran caos urbanístico, pues la demanda de viviendas y su carestía en la capital generó mucha edificación en la periferia desplazando hacia ella mucha población, pero con su empleo en la capital a la que ha de desplazarse. Además, Sevilla capital ejerce una fortísima centralidad sobre el área metropolitana al albergar la capitalidad Andaluza con las instituciones y centros de decisión, los más importantes servicios y equipamientos, las sedes de élites financieras y económicas. Así se ha generado un denso tráfico radiocéntrico hacia Sevilla potenciado por el aumento de la tasa de motorización, y que, ante la ausencia durante décadas de planeamiento territorial, colapsa hoy los accesos y el centro, dificulta fuertemente la accesibilidad hacia zonas comerciales y culturales, la ubicación de empresas en algunas zonas, aumenta el coste del transporte. Y también ha degradado la calidad del aire en Sevilla capital.

En Sevilla y su área metropolitana es necesaria otra visión y otras actitudes que las que aún persisten en dirigentes empresariales, y que la política no se someta a plazos tan cortos. Pues de la actual crisis mundial surgirán "vías" de salida, y unas posiblemente sigan ligadas a la economía del "conocimiento" pero otras a una utilización integrada de todos los recursos disponibles en el entorno. Y aquí, como en tantos lugares de Andalucía, ya se han perdido bastantes recursos patrimoniales (arquitectónicos, medioambientales, paisajísticos...)con la construcción y urbanismo espontáneo, pero aún quedan grandes posibilidades a medio plazo en los sectores oeste y este del Área Metropolitana para una integración de turismo cultural y ecoturismo. Pero si con el apremio actuamos otra vez a corto plazo con intervenciones que traigan más desorden y pérdidas de patrimonio ello se lamentará luego. De ahí que sea necesario un mínimo planeamiento territorial que proteja algunos recursos ante operaciones inmediatas, pues esa ha sido la clave para el éxito turístico mantenido en países como Suiza, Noruega, Suecia, Alemania, Francia, etc.

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