Artículos

Tomás García

La Virgen del Madroño en su catedral

Mercadante de Bretaña fue partícipe crucial en los momentos álgidos de la fábrica de la Catedral

01 de julio 2023 - 01:15

Mediado el siglo XV, Sevilla experimenta un florecimiento económico que invita a acudir a ella a renombrados artistas europeos como Lorenzo Mercadante de Bretaña, quien arriba a finales de 1453 para trabajar en la catedral que se estaba construyendo sobre la antigua mezquita mayor almohade. Este egregio escultor introduce en la capital formas escultóricas góticas de raíces franco-flamencas que influirán con fuerza en la imaginería andaluza. El finiquito de diciembre de 1454 del primer contrato con el maestre bretón se conserva registrado en el libro de cuentas de la mayordomía del archivo catedralicio: “Íten, di e pagué más al dicho Lorenço Mercader nueve mill maravedís que fueron a conplimiento de XV mill quél ouo de aver... por la fechura de los dos bultos que fizo, el uno de la ymagen de Nuestra Sennora la Virgen María e el otro del Arçobispo don Juan”. El pago se refiere a la ejecución de dos esculturas de alabastro para la capilla de San Hermenegildo que fundara tres años antes el cardenal sevillano don Juan de Cervantes y Bocanegra, administrador apostólico del arzobispado hispalense hasta su fallecimiento en noviembre de 1453. Es decir, para la primera labra del excelente túmulo funerario del cardenal, que sería finalizado en años posteriores y que constituye una joya del arte europeo, así como para una imagen de la Virgen a la que posteriormente se le pierde el rastro.

La extraviada Madona fue identificada en el pasado siglo por el profesor Diego Angulo Íñiguez como el conjunto escultórico titulado la Virgen del Madroño, la cual ocupa hoy un pequeño altar en el muro interior occidental junto a la Capilla de San Isidoro. La maravillosa obra comprende una composición en alabastro policromado integrada por María en pie con un seno descubierto, el Niño en brazos que descuida el pecho de su madre para bendecir al observador y un ángel que ofrece a Jesús una cesta con frutos que podrían ser los rojos del madroño. La escena es de una ternura divina y a la vez terrenal, mostrando los rostros la típica sonrisa que nos ofrece el artista en sus producciones y que entronca con la sonrisa arcaica de la Grecia clásica. El esculpido de los pliegues de las ropas es espectacular y propio de esa época bajomedieval.

Lorenzo Mercadante de Bretaña fue partícipe crucial en los momentos álgidos de la fábrica de la Catedral, legándonos otras creaciones sublimes como son los tímpanos y el resto de esculturas en barro cocido de las portadas de poniente de la Natividad y del Bautismo, y siéndole atribuida la Virgen de la Cinta que acompaña a la del Madroño en el interior. Contemplar las figuras del genial imaginero nos hace retroceder a aquellos míticos años cuando unos atrevidos canónigos soñaban con levantar en Sevilla un templo mayor que asombrara a la posteridad, como cuenta la tradición: “Hagamos una yglesia tal y tan grande que los que la vieren labrada nos tomen por locos”. A fe que el sueño legendario se convertiría en realidad...

stats