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Tomás García Rodríguez

Las almonas reales de Triana

Las almonas de Triana fabricaban el famoso Jabón de Castilla, integrando un complejo industrial

17 de septiembre 2022 - 01:46

Ciertos documentos de civilizaciones mesopotámicas de hace cinco milenios revelan la producción de compuestos semejantes al jabón mediante grasas hervidas con cenizas. Los fenicios lo introdujeron en Occidente por medio de sus travesías comerciales, mientras griegos y romanos mejoraron la calidad y ampliaron su uso. Los refinados andalusíes utilizarían extensamente el jabón que fabricaban en centros manufactureros llamados almonas, término que pervivió tras la conquista cristiana de Al Ándalus. Algunas se encontraban ya en el arrabal trianero de Ishbiliya cuando Fernando III estableció la propiedad real sobre ellas, otorgando la primera titularidad a su esposa Juana de Ponthieu. En el antiguo Reino de Sevilla, las principales almonas se ubicarían en Ayamonte, Utrera, Sanlúcar de Barrameda, Santiponce, Carrión de los Céspedes y Sevilla capital: una en los aledaños de la calle Laraña y otra situada entre el callejón de la Inquisición y la iglesia de la O en la calle Castilla. Esta última sería la más importante, abundando en su entorno componentes para la elaboración como el borujo -hueso de aceituna triturado y exprimido- y aceite de oliva del Aljarafe, así como la planta barrilla o almarjo de comarcas marismeñas del Guadalquivir para la obtención de cenizas alcalinas, siendo perfumados con almizcle, ámbar o menta. Mediante privilegio real, su explotación fue acaparada desde finales del siglo XV por la Casa de Medinaceli, que a su vez la arrendaba a terceros. Las almonas constituyeron unas novedosas empresas capitalistas que fueron regentadas en principio por genoveses, ingleses o alemanes de la familia Welser.

Las almonas de Triana fabricaban el famoso Jabón de Castilla, integrando un complejo industrial con numerosas casas, túneles, capilla y un embarcadero propio a orillas del río desde donde salían barcos que distribuían el jabón blanco o negro por el Viejo y el Nuevo Mundo. A partir del siglo XVIII, la demanda sufre un declive importante debido al florecimiento de jabonerías en otros países europeos, propiciando una posterior dispersión de la fábrica hacia diversos puntos de Triana. La matriz, que se ubicaba en el actual número veinticuatro de la calle Castilla, mantuvo su estructura hasta que la familia italiana Conradi adquiere el inmueble y procede en 1989 a su derribo ante la pasividad municipal. Las seculares raíces históricas de las almonas, que ayudaron a conformar el arrabal junto a los talleres ceramistas, fueron cegadas para siempre. Sólo quedan restos en el sótano de la nueva vivienda, en el callejón Párroco Pedro Ramos Lagares y en el paseo Nuestra Señora de la O, siendo otro ejemplo palmario de la progresiva desintegración de la mítica Triana, que al parecer no tiene fin...

"Triana es inmensa en categoría y uno de los grandes misterios de España... El barrio que más se parece a un pueblo, dentro de Sevilla. Es un universo que te engancha y que nunca ha sido tratado como se merece" (Ángel Vela Nieto, Cronista de Triana).

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