Amenábar no, Santa Genoveva sí

17 de septiembre 2025 - 03:08

Los amigos burlones suelen guardar un fondo de piedad. Me dice un amigo inclasificable y no poco disparatado que lo primero que hizo, tras ver El Cautivo de Amenábar, fue ir a Santa Genoveva para desagraviar a El Cautivo del Lunes Santo. El único y verdadero, me dijo al tercer tanque cervecero. Tuvo dudas sobre si acercarse al melenudo y cetrino Cautivo de San Ildefonso. Pero prefirió hacer estación de penitencia hasta El Tiro de Línea para redimir su malestar culposo por haber visto la película. Rezó ante El Cautivo genuino y disfrutó luego de los grafitis dedicados a la talla de Paz Vélez en El Tiro. Valió la pena, añadió al quinto tanque.

Hago mío también el desagravio ante El Cautivo de Santa Genoveva. Es más, ¿por qué no sale en procesión extraordinaria? Una más no molestaría a nadie, ni siquiera a los quejosos como el aquí firmante. Haría mucho bien para pedir por la reconversión artística de Alejandro Amenábar. El autor de Tesis da sin duda para una tesis fuera de cámara: Amenábar, del talento a los bodrios. Sé que voy tarde y ya sabrán que su película cuenta el cautiverio (1575-1580) de Cervantes en Argel a partir de cierto halo homoerótico.

Si Cervantes fue o no gay por vicio o por necesidad no debería importar nada. Pero Amenábar ha dicho que contactó “íntimamente” con el supuesto gay de Lepanto y que por eso “me he querido mojar” con su posible homosexualidad. Cada cual administra sus húmedos sueños como quiere. Entre ellos los relativos a toda lúbrica fantasía. Pero causa sonrojo jugar a la especulación cervantina por popa a través de un lascivo bajá carcelero que según el tráiler pareciera maquillado de urgencia por una estupenda y solícita dependienta de Primor. No veré su película por elemental pereza, aunque el masoquismo es también un vicio legítimo y no descarto ir a verla. La crítica en general la ha desmontado con más compasión distante que escarnio (incluida la de este su diario favorito).

La ruta cervantina por Sevilla entre azulejerías evocativas debería incluir desde ya la visita a Santa Genoveva para desagraviar a El Cautivo verdadero. De paso, don Miguel sería desagraviado por igual, aquel manco alcabalero al servicio de Felipe II y que pudo ser también proxeneta, tahúr y judaico. Rinconete y Cortadillo esperan ya a que Amenábar cuente su historia de chaperos en la sauna de Monipodio.

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