La ciudad y los días
Carlos Colón
Montero, Sánchez y el “vecino” Ábalos
Ayer desayunamos emocionados con la alegría de la marchadora María Pérez. Agitaba la bandera y gritaba con inconfundible acento granaíno ¡viva España!, tras su segundo oro en los mundiales de atletismo. Pocas cosas unen tanto como el deporte, decía Mandela. El triunfo de esta competidora excepcional es un orgullo nacional, aunque ella advierte que “hay que concienciar a los niños que deben disfrutar con el deporte, no tanto con la competitividad”. El periodista americano Howard Cosell definió el deporte como el departamento de juguetes de la vida humana. Pero más allá del juego, la alta competición se ha convertido en el mundo moderno en una bandera de los países. Una forma de demostrar sin guerras la jerarquía de una nación. Y también, estandarte de su nobleza. Quizá preocupada por eso, la Comisión Europea acaba de abrir una consulta pública para definir el modelo europeo de deporte. El deporte también es política y en nuestro estado del bienestar, salud, educación e inclusión social.
La encuesta de la Comisión ocurre tras las protestas en La Vuelta contra la presencia de un equipo ciclista de Israel y la petición de excluir su bandera de cualquier competición. Es una coincidencia. También coincide con los mundiales de atletismo de Japón. Espectáculo multicultural y clase de geografía, historia e igualdad. Si repasan el medallero, Estados Unidos gana de calle. Sorprende que China no vaya segunda, sino Kenia. En la antigua colonia británica de África oriental hay 55 millones de habitantes, pero pequeñas naciones como la africana Botsuana, y las caribeñas Cuba o Trinidad y Tobago están de las primeras. Cuba además exporta atletas de primer nivel, que compiten bajo bandera de España, Portugal e incluso Italia. El campeón de 1.500 nació en Faro, hijo de marroquí y portuguesa, y entrena en España. La maratón tuvo una salida nula y una llegada al sprint después de 42 kilómetros, entre un alemán de origen eritreo y un tanzano. Dos microestados antillanos, Dominica y Granada tienen medallas. Hay sitio para todas las banderas, menos la rusa; aunque la de Israel está todavía.
Borges sostenía que habría que inventar un juego en el que nadie ganara. Pero sería muy poco emocionante.
También te puede interesar
Lo último