La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Todo clasismo es discriminación

Estas nuevas versiones de los 'sans culottes' son puro y duro prejuicio clasista

Manifestarse apelotonándose en tiempos de confinamiento es una barbaridad. El derecho a manifestarse, como el de la libertad de movimientos para viajar, tomarse una cerveza o asistir a un partido de fútbol, está de momento restringido por el bien común. ¿Le viene bien al Gobierno? Sin lugar a dudas. ¿Trampea este tachando, o induciendo a sus medios amigos a hacerlo, toda crítica como deslealtad y sucio oportunismo que utiliza los muertos como arma política? Sin lugar a dudas. Pero hay formas de protestar respetando el confinamiento. La izquierda republicana -nacionalista y no nacionalista- lo hizo convocando en pleno confinamiento una cacerolada desde los balcones durante el discurso del rey. Quienes quieran protestar contra el Gobierno -que sobrados de razones están para ello-- deben hacerlo de momento desde los balcones o en grupos reducidos separados entre sí y en los que se guarde la debida distancia entre quienes los forman.

Y esto vale para todos, vivan donde vivan. Lo que no vale es descalificar las protestas por la clase social y el lugar de residencia de quienes protestan. Porque bordea el fomento del odio y es una forma de clasismo, algo tan aborrecible como el sexismo o el racismo. Es tan clasista despreciar a una clase por considerarla "inferior" o "baja" como a otra por "superior" o "alta". Es tan clasista despreciar a quienes viven en barrios modestos como a quienes lo hacen en otros acomodados. Ni la posición social, ni la forma de vestir, ni la renta, ni el lugar de residencia pueden ser utilizados para descalificar. Supongo que no es necesario recordar la Constitución: "Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social". ¿O es necesario recordárselo a Echenique -cuyo líder vive en Galapagar- con sus "cayetanos" de "clase alta" y "minoría privilegiada" armada con "palos de golf" y "cucharas de plata"? ¿O es necesario recordárselo a Rufián por decir que protestan "100 pijos del barrio de Salamanca por no poder ir a su club de golf"?

Estas nuevas versiones -afortunadamente solo verbales- de los sans culottes (recuerden el "Felipe no serás rey, que vienen nuestros recortes y serán con guillotina" de Irene Montero) son prejuicios clasistas mal disfrazados de anacrónica lucha de clases.

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