La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Asunción es la aldea de los galos contra el turismo invasor
Leo que en Badajoz, en la ribera del Guadiana, tiene lugar en las postrimerías del año la llamada Noche de los Deseos. El pueblo pacense, convocado para tal fin común, procede a una suelta de cientos de farolillos hechos con papel de arroz y con una pávida llamita en su interior. Cada farolillo, ecológico y biodegradable, encierra un deseo. La noche extremeña sobre el parque del Guadiana se llena así de zepelines y asteroides de papel rugoso. Sólo faltaría que la estrella de Belén cruzara la constelación de los deseos en Badajoz como la vemos, incandescente y preciosa, en el fresco de La epifanía del Giotto.
No es por molestar a la buena gente del antiguo Reino de Sevilla. Pero uno se pregunta por lo primero que podría degradarse antes con ecológico cuidado en la Noche de los Deseos, si el farolillo de papel de arroz o si el deseo mismo. Tengo mis dudas. El Año Nuevo, tan inflado de buenos deseos, cobra sentido cuando empieza a desinflarse y a degradarse al llegar el mismo 2 de enero. Pasado el día de Reyes, los deseos y propósitos irán al desguace como esas carcasas de coches que se amontonan en las instalaciones de Desguace Gallego, en el simbólico kilómetro 6,5 de la carretera Sevilla-Málaga, junto a Alcalá de Guadaíra, y cuyo reclamo desde hace años es esa furgoneta amarillo huevo que vemos alzada sobre un alto palitroque de hierro. Al parecer, aquí los vehículos se descontaminan para preservar el medio ambiente.
Llegada la Nochevieja, me pregunto si no debería haber un lugar donde poder desguazar y descontaminar los deseos y propósitos no cumplidos por Año Nuevo. Entre la bola gástrica de las doce uvas y el tañido oscuro de la Puerta del Sol nos encomendaremos al trinomio base de todos los años. Salud, amor y trabajo. Habrá quien brinde consigo mismo para que se cumplan sus deseos de orden más personal (aprobar las oposiciones, sonreír más, saber callar, no hacer tanto caso a la IA). Llegado el tercer lunes de enero, el día más triste del año (el Blue Monday lo llaman), cabría regresar a Badajoz, a la vera del Guadiana. ¿Qué se hizo de aquella bonita Noche de los Deseos? Con tanto incumplido deseo, debería tener su continuidad con la Noche de los Desguaces. Entonces es cuando se vería si los deseos no cumplidos son biodegradables o no. De Badajoz a Sevilla, igual podríamos celebrar el desguace nocturno de los deseos junto al Alamillo.
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