La Aldaba Andaluza

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Los días del riesgo de guarrazo

Tengan cuidado ahí fuera, la temperatura ha subido, la cera caída se reblandece y puede sufrir un resbalón de órdago

Cera en el pavimento después de Semana Santa

Cera en el pavimento después de Semana Santa / M. G. (Sevilla)

MUCHO discurso de la nostalgia a lo Joseph Peyré volviendo de la entrada de la Soledad y mucho sufrir el vacío tras días de colapso de vivencias, pero lo que de verdad importa ahora es no romperse la cadera en los barzones por el centro o por cualquiera de las calles de esos barrios por los que han pasado nazarenos con los cirios encendidos. Ha llegado el calor que reblandece la cera y convierte el viario en una pista de patinaje. Llegó el Jueves Santo dejando empapados en sudor a algunos aguadores, lo que nunca habíamos visto. Hemos pasado de la calefacción y las mantas al aire acondicionado que ayer tuvieron que encender en muchos negocios como el de Pedro Robles porque, de lo contrario, se piraban esos visitantes de pieles claras y eses pronunciadas con largura que acuden a dejarse ver en la primera corrida de la temporada. El centro de Sevilla es durante una semana una zona de alto riesgo de guarrazo, que yo me sé de varios que se lo han pegado literalmente y se han ido derechos a la farmacia para buscar un alivio rápido.

El Ayuntamiento coloca carteles de alerta para librarse de pagar una indemnización mayor en caso de pleito. Se pegan el guarrazo el peatón y el motorista mientras no llega la máquina de Juan Carlos Cabrera metiendo el chorro de agua a presión y sacando la costra de cera para dejar el suelo como estaba antes del Viernes de Dolores.

Sevilla está para que se oiga alto y claro el aviso de aquel célebre comisario de Policía: “Tengan cuidado ahí fuera”. Se trató el pavimento de la Plaza Nueva porque un pobre hombre murió de un resbalón en días de lluvia, pero ni se imaginan algunos cómo están ahora Sierpes, la Avenida, Cuna, Alcaicería, la Alfalfa, Santa Catalina, Reyes Católicos... y todas esas calles por las que han pasado nazarenos, calles evitables durante diez o quince días. Pasan los coches y los neumáticos chirrían provocando la melodía de la nostalgia. Pasan los viandantes y más les vale hacerlo del brazo de alguien o con zapatos con suela de plástico. El seguro de responsabilidad civil obligatorio de Urbanismo no les cubrirá porque la Gerencia se ha hartado de poner carteles de advertencia.

Si los vecinos de Los Remedios soportan la Feria una semana al año, los que viven en el centro (que son cada vez menos) y los que acuden a trabajar en la zona (que siguen siendo muchos) han de tener extremo cuidado. El calor y la cera son una combinación letal que, además, se incrusta en las suelas de material durante horas. El riesgo de guarrazo es elevado. No hay rosa sin espinas, ni Semana Santa sin cera temeraria en el suelo.

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