La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Las tatas del poder
PARTICULARMENTE, me hallo entre los que piensan que Mel hubiese tenido suficiente con la rueda de prensa que debe ofrecer mañana, previa al partido frente al Levante. Y creo eso porque con esta convocatoria extraordinaria el técnico agota una bala que bien pudiera haber utilizado en adelante. Comprendo sus miedos a un ambiente crispado tras lo vivido en Atocha, sus recelos hacia una plantilla que ha perdido referentes y puede pincharse de caer ante el Levante... Pero, como él mismo recordó ayer, han transcurrido diez jornadas y hay tiempo, aunque menos del que pueda pensarse. Pero no sólo para enderezar la nave, sino incluso para el advenimiento de tiempos peores en los que sí sea imprescindible un llamamiento como el que Mel realizó ayer al beticismo.
Con todo, el as está ya jugado, sobre el tapete, abriendo la baza. Y sólo hay que desear que todo el mundo sirva, que nadie renuncie con una vira y que Mel y sus futbolistas recojan el manojo de cartas frente al Levante: los puntos, la confianza, la reconciliación con su gente, con su fútbol incluso... No es fácil, pero el técnico sabe que con las aguas revueltas hubiese sido imposible, de ahí quizá su apresurada salida a la palestra.
También sabe Mel que es la única persona en el club con un mensaje válido para este tipo de situaciones. Y no le ha importado quemarlo, quizá antes de tiempo. A Miguel Guillén lo silenció hace tiempo José Antonio Bosch tras erirgirse en único propietario del mensaje institucional. Y, además, la coyuntura de la crisis actual es deportiva. Claro está que la responsabilidad cierta y última reside en un consejo poco avezado que no para de errar y que hace mella en esta aventura a través de una secretaría técnica desmañada, aun con el atenuante de que apenas recibe dinero para fichar jugadores. Pero Mel no es quién para atajar estos problemas. Ni siquiera debería figurar al frente de esta crisis, tan mal gestionada como todas en el club.
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