Azul Klein

Charo Ramos

chramos@grupojoly.com

17 euros, 0 euros

El Bellas Artes es gratis para los europeos pero el Louvre cobra una suma elevada por visitar los 'murillos' expoliados

La semana pasada se cumplieron 500 años de la muerte del pintor italiano Leonardo da Vinci y los días previos nos hallábamos en el Louvre. La entrada para cualquier ciudadano de la Unión Europea mayor de 26 años es de 17 euros. Comprándola con anticipación, lo cual es indispensable para garantizar el acceso en el día deseado, aún habrá que hacer cola con el ticket impreso durante media hora y, mientras se espera, admirar (o criticar) la icónica pirámide de cristal del Louvre, que también cumple años, en su caso 30.

Para llegar a las salas de pintura española donde luce La cocina de los ángeles de Murillo rodeada de otras obras del maestro que sí viajaron a la magnífica antológica del Bellas Artes sevillano, Murillo. IV Centenario, hay que atravesar la larga sala que acoge los fondos de los maestros italianos. Calor, gritos, hordas de turistas y hasta algún maleducado que tira al suelo la bolsa de french fries comprada en el McDonald's cerrarán el paso al murillista porque ni el más hermoso cuadro de Mantegna o Botticelli queda a salvo del furor y los empujones por ver a la Mona Lisa. La Gioconda aguarda sola en la inmensidad de un salón que parece de baile, protegida por cristales que impiden apreciar su alabado sfumato, y separada además por un cordón de seguridad de las trescientas personas que se hacen selfies y a menudo le dan la espalda al lienzo.

La galería de pintura española está menos concurrida pero registra buenas cifras de visitas. Duele ver en las cartelas "adquirido a la colección Soult" y que no se especifique el expolio que trajo a París todas estas joyas de la Catedral, el claustro chico de San Francisco y otros conventos sevillanos. La desmemoria histórica no tiene fronteras. También hay lienzos de Zurbarán robados por el infame mariscal napoleónico entre las obras maestras, muy cerca de un goya del legado de Yves Saint Laurent donado al Louvre. Ociosas y vacías están, en cambio, las salas francesas, y salvo los reclamos de Géricault y Delacroix uno puede recrearse con óleos de Chardin y Fragonard sin cruzarse con nadie en el museo más visitado del mundo.

Al volver a Sevilla un cotizado diseñador me recuerda el espléndido montaje y la iluminación de la antológica de Murillo y su tristeza al compararlos con la humilde presentación de la colección permanente del museo, con sus modestas cartelas y focos obsoletos. Teniendo en cuenta que el Bellas Artes es gratis para los europeos y cuesta sólo 1,5 a los extracomunitarios, quizá acabemos deseando que el Brexit se materialice para que al menos los ingleses nos ayuden a poner en valor esos cuadros de Murillo que los franceses no pudieron robarnos.

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