Julián Sobrino

La fábrica de sombreros de Sevilla

PARAFRASEANDO a Antoine de Saint Exupéry quiero dedicar este artículo a todos los sevillanos y sevillanas que de niños, o aún de mayores, saben lo que significa un sombrero. El Principito cuenta que cuando enseñó un dibujo a las personas mayores rápidamente contestaban que era un sombrero. Sin alcanzar a comprender su verdadero significado interior. Sigo haciendo mío el texto de Saint Exupéry: "Cuando me he encontrado con alguien que me parecía un poco lúcido, lo he sometido a la experiencia de mi dibujo número 1 que he conservado siempre. Quería saber si verdaderamente era un ser comprensivo. Pero siempre me respondían: -Es un sombrero-. Entonces no le hablaba ni de serpientes boas, ni de la selva virgen y ni de estrellas. Poniéndome a su altura, les hablaba del bridge, del golf, de política y de corbatas. Y la persona grande se quedaba muy contenta de conocer a un hombre tan razonable".

Queremos saber si a las autoridades municipales y autonómicas encargadas de la cultura se les puede hablar de patrimonio industrial, de diseño, de memoria social. Queremos saber si se les puede hablar de una manufactura, la de los sombreros de fieltro, tan ligada a la sociabilidad sevillana y andaluza, a sus costumbres tradicionales aún vivas en determinados momentos de fiesta o de protocolo.

La Fábrica de Sombreros Fernández Roche, en la calle Castellar, constituye un ejemplo patrimonial de alto valor. Desde el siglo pasado ha formado parte del quehacer cotidiano del barrio de San Luis, en el que emerge su elevada chimenea como símbolo de laboriosidad y perseverancia. Los cambios tecnológicos han conseguido que esta empresa familiar se desplace a un lugar más idóneo para llevar a cabo con eficacia las tareas productivas. Pero sin embargo, la fábrica, permanece como testigo mudo de un tiempo ya pasado pero vivo en la memoria urbana y sentimental de Sevilla.

La Fábrica de Sombreros Fernández y Roche reviste un interés excepcional para la arqueología industrial ya que todavía sigue realizando sus productos con los mismos sistemas de trabajo y medios mecánicos que los utilizados desde su fundación en 1917. Ubicada en un callejón sin salida de la Calle Castellar, en Calle Heliotropo nº 3 y 4, fue proyectada por el arquitecto José Espiau y Muñoz. Con anterioridad a este edificio ya existían unos talleres dedicados a la confección de sombreros de fieltro. Edificada en pleno corazón de Sevilla supone un testigo de primitiva industria artesanal, semimecanizada a principios del S. XX. La ampliación de esta fábrica se realizó por medio de un edificio de dos plantas sobre un solar de forma rectangular. Esta construcción abrirá fachadas en tres de sus lados, dando la restante a una medianería con la antigua construcción. Fue realizada en muros de fábrica de ladrillo, cerchas metálicas para las cubiertas y forjados metálicos con bovedilla para los pisos. En la planta baja los pilares y columnas son de hierro fundido.

La composición exterior es de suma sencillez y se realiza utilizando las posibilidades expresivas del ladrillo a base de grandes ventanas de dintel quebrado formando grupos de dos. La separación de pisos se acentúa mediante la utilización de una cornisa corrida que en la última planta se convierte en voladizo sobre la que se sitúa un pretil decorado con rectángulos. Hay que destacar la existencia de una cubierta plana en azotea, hecho no usual en la época. Dice Saint Exupéry que: "Las personas grandes nunca comprenden nada por sí solas y es muy aburrido para los niños tener que darles una y otra vez explicaciones". Espero que este no sea el caso y, valorando las iniciativas culturales del Colectivo que ha entrado en la fábrica, se transforme en un espacio de creación junto al maravilloso Corral de Artesanos de la calle Castellar. Sevilla no puede permitirse dilapidar un patrimonio único, valioso y con grandes posibilidades de futuro. El patrimonio industrial de Sevilla, vuelvo a insistir, necesita un Programa de Actuación Municipal que permita su puesta en valor desde el respeto a la cultura del trabajo y sus potencialidades en este nuevo siglo. La fábrica de Vidrio La Trinidad, la estación ferroviaria de San Bernardo, la fábr ica Cruzcampo, la Real Fábrica de Artillería, la Fábrica de Tabacos de Los Remedios y los espacios cerámicos y alfareros de Triana se lo merecen.

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