El futuro de la Feria

Sobre la vuelta al antiguo modelo, ni existe tanta uniformidad ni el 'lobby' del turismo lo pondrá fácil

Cuando hace siete años el Ayuntamiento socialista de la ciudad decidió modificar la duración de la Feria, aumentando su duración y, sobre todo, ganando un fin de semana más en un guiño claro al sector hotelero, pocos advirtieron de las consecuencias que se podrían derivar para la conformación de la fiesta como la habíamos conocido hasta entonces, tal fue la tibia reacción de la opinión pública, esa misma que ahora parece decidida a plantear la batalla a favor del antiguo modelo.

Porque, no nos engañemos, detrás de las repetidas reclamaciones de los muchos que abogan por la vuelta al pescaíto la noche del lunes en familia para una posterior condensación de la Feria en los días centrales de la semana, está una cierta concepción patrimonial de una fiesta oficialmente del pueblo, sí, pero de clara gestión privada. Hay en estas demandas un sesgo conservador, en el sentido no tanto político, sino de conceptuación de la fiesta como un espacio propio y definido, en las que los visitantes foráneos (haciendo extensiva esta categoría incluso a personas residentes en la propia ciudad) no están precisamente llamados a protagonizar un papel relevante en la celebración. La Feria, por origen y estructura, pertenece tanto más a los que tienen acceso a las casetas, que son al cabo las unidades que le dan sentido a la fiesta. Por eso, cualquier decisión que fomente una cierta apertura al modelo, y su ampliación en el tiempo claramente lo es, siempre lleva aparejada un cierto recelo difícil de gestionar.

En este contexto, los dos candidatos a la alcaldía se han referido al asunto, y en el caso del postulante por el Partido Popular, hasta se ha posicionado claramente a favor de volver al modelo anterior. Siempre es de agradecer que se hable claro a los ciudadanos antes de las elecciones, y supongo que en la toma de postura tan clara habrá influido la percepción de una corriente de opinión favorable al cambio, pero mucho me temo que, llegado el caso, no será tan fácil tomar la decisión. Ni existe tanta uniformidad en el tema, ni el influyente lobby del turismo lo pondrá fácil. A mí, si me vuelven a preguntar, votaré en el mismo sentido que hace seis años, más que nada por aquello de que lo bueno, si breve, dos veces bueno. Y si José Luis Sanz además se envalentona y anuncia que cambia el día festivo y nos devuelve la fiesta de San Fernando, ya puede contar con mi voto.

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