La ventana

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

Y se hizo real el sueño de la verónica

Pudo con el viento y domeñó las embestidas del buen toro de Juan Pedro. Vestido como Manolete en la tarde triste de Linares, Juan Ortega asía con mimo el capote para bordar un ramillete de verónicas que llevaron la locura a unos tendidos que sólo suelen vibrar con los arrimones. De siempre, Valencia, como Pamplona, ha sido más del arrimón que del toreo auténtico, pero esos lances de Juan pusieron de acuerdo a todos y Valencia bramó ante la excelsitud del toreo a la verónica. Me emocionó tanto que lo primero que hice fue llamar a mi santo y seña para preguntarle qué había sentido. Y al otro lado del teléfono, la voz cálida y emocionada de quien manejaba el capote como hoy lo mueve Juan Ortega. Fue grandioso el monumento a la verónica de un torero de culto, un torero que hace realidad el toreo soñado.

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