Los hoteles cápsula

19 de septiembre 2025 - 03:07

Aquí va mi artículo enésimo hablándoles de los prodigios, colorinchis y extravagancias con las que –no se me puede sacar del cortijo– me sorprendió Japón en mi reciente visita. Si la semana pasada les hablaba de la fiebre tokiota por los peluchitos que llevan consigo hasta los ejecutivos agresivos, hoy les hablo de los hoteles. Resumo: en términos generales, las habitaciones de hotel allí son recoletas –por no decir enanas– y están provistas de múltiples artilugios que no supe para qué servían, ni me atreví a preguntar. En Jimbocho, barrio que desaconsejo a María Pombo y demás buenas personas porque está plagado de librerías, me compré la guía a todo color Love hotels de Tokio. Por lo que pudiera pasar. Los love hotels son alojamientos por horas o noches para parejas, tematizados por parafilias. Los hay para todos los gustos y guarreridas, góticas, minimalistas, sados, mangas, románticas, barrocas, náuticas, médicas, tecno, cósmicas, especulares, de ciencia ficción… Todo para el depravado (pero modoso porque, como digo, a los habitáculos no les veo capacidad como para acoger orgías).

Como advertí el viernes pasado, para saber lo que aquí se nos viene basta con darse una vuelta por la patria del Sol Naciente. Así las cosas, sepan que los famosos hoteles cápsula de Japón ya han desembarcado en Sevilla. Consisten en habitaciones tipo nicho, de precio más reducido que una habitación normal, en las que, acostado, cabe un cliente (o dos, en cápsulas doblecitas). El primero del mundo, Capsule Inn, se abrió en Osaka en 1979. Antes de escribirles este artículo, he estado bicheando fotos de los hoteles cápsula de nuestra Sevilla, grande y mariana. Molan. Es como si te acostaras en un actimel. Se parecen a los dormitorios de los astronautas que –lo he visto en la tele– se tienen que pegar con velcro a la pared para dormir sin que la ingravidez les haga amanecer en la otra punta. Me pregunto si estas habitaciones como celdas de panal podrán adaptarse a nuestros usos y costumbres, fiestas y gastronomía. Regrese de la Feria, perfecta para el fotocol de #papagorda, y trate de localizar su habitación del tamaño de un catre sin despertar a nadie. Recójase de la Madrugá y trate de quitarse el uniforme de armao en el interior de la cápsula. Cene salmorejo, envásese al vacío en una de esas criptas y abrásese las pestañas de un flatito. A ver si llegan pronto los love hotels.

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