EL TIEMPO Aún se esperan lluvias en Andalucía

PLAYAS Mapa con las banderas azules en Andalucía

La agnotología, término relativamente nuevo, es el estudio de aquellos actos deliberados que buscan sembrar la confusión y el engaño. De amplio uso en la mercadotecnia, últimamente es concepto que se maneja con maestría en la política moderna. Según Robert Proctor, historiador de la ciencia en Stanford, “la ignorancia es poder y la agnotología es la creación deliberada de la ignorancia”.

Sin descartar, por supuesto, que esté detrás del irreformable deterioro de nuestro sistema educativo, se aprecia con mayor claridad en las políticas manipuladoras que difunden intencionadamente la incultura entre la población para tenerla controlada. Señala Miquel Pascual que fenómenos como el secretismo, la falta de transparencia, la opacidad, la negación de los hechos o, incluso, la negación de las fuentes por muy solventes que sean, son hoy herramientas habituales en el quehacer del político. En la misma línea, prolifera la fabricación de noticias falsas, rumores y bulos. De otra parte, las redes sociales y los medios de comunicación –habla ahora César Antonio Molina– están plagados de insultos y de desmentidos a quienes dijeron lo que no dijeron. Incluyan en la estrategia, además, el uso sectario de memorias y desmemorias, la reinvención de la historia, el fomento de la amnesia social e institucional o el triunfo de un relativismo que juguetea con lo moral y lo inmoral.

Para Proctor, “vivimos en la edad dorada del desconocimiento”. El filósofo Philip Kitcher asegura que asistimos a la “tiranía de la mentira”. España –basta con mirar a nuestro alrededor– es tierra propicia y adelantada en estos experimentos mistificadores. La mala información ahoga a la evidencia. La posverdad, ese invento diabólico, genera un exceso de falsedades, casi impenetrable para quien honestamente busque certidumbres.

Se olvida con demasiada facilidad que sólo un pueblo educado y bien informado puede ser libre. De no darse tales condiciones, encuentran paso franco la autocracia y el autoritarismo. En democracia, advertía Kennedy, la ignorancia de un votante “nos pone a todos en peligro”. Habría que indagar, pues, quién y por qué aviva el desconocimiento de los ciudadanos. Cómo, también, ha logrado acumular recursos formativos e informativos para operar tan gran engaño. Y, averiguado, tendríamos que practicar, para sobrevivir, un descreimiento rebelde frente a los embaucadores. En ello, no lo duden, nos va nuestra libertad futura.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios