Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
En un solo párrafo de su discurso puso nombre a casi todas las “patologías” que sufre el sistema judicial español: la intoxicación política, los juicios paralelos, las redes sociales, el etiquetado del juez y los ataques personales, el presunto lawfare y la polarización. Más que juez, el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, Lorenzo del Río, parecía médico durante el acto de apertura del nuevo curso judicial en la Comunidad. Sin ánimo de banalizar, el magistrado se ha convertido de forma muy lúcida en un Doctor House de la Justicia, que busca el origen y los acelerantes de la escasa salud de la que goza el sistema.
Me dirán que no hay que ser un detective para llegar a esa conclusión sobre la Justicia. Es cierto, son los males que casi todos sabemos, expresados por quien los conoce de cerca. Muchos usuarios, particulares o profesionales, dirán que el asunto es más complejo y que también hay que mirar hacia dentro, porque no todos los problemas vienen de fuera y la culpa es de los demás.
Y ahí es donde le encuentro el valor al discurso del presidente del TSJA, que en estos tiempos de cierre de filas, también mira hacia dentro. Admite que cuando la profesión se ve atacada por lo que consideran descalificaciones injustas con finalidad política se frena el sano ejercicio de la autocrítica. No obstante, Del Río, que ya emprende su tercer mandato y sabe de lo que habla, lanzó también el mensaje a los suyos. Les pidió estar a la altura de los importantes cambios que se van a emprender en la organización judicial, para no convertirse en “jueces isla”. Y esto entronca con su última y más destacada petición: humanizar la justicia, el único antídoto contra la burocracia, el desinterés y la apatía. ¿Y eso en qué se traduce? El máximo responsable de los jueces andaluces les pidió un trato y contacto directo con las personas que van a los tribunales, que cumplan los plazos, especialmente los de asuntos más sensibles y que motiven bien sus sentencias, porque no todas las decisiones judiciales se entienden.
El otro compromiso que suscribió en nombre de sus 1.041 compañeros (una forma sutil de reclamarles el cumplimiento) es el de evitar que los procesos sean “utilizados” para fines distintos a la aplicación de la ley y la administración de justicia. ¿No parece un reconocimiento implícito de que esto está ocurriendo? Y luego hubo quien decía que este año había sido más blando.
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