
La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La vergüenza de un gato en una matanza
La aldaba
Son días de recordar el Tragabolas, aquel juego infantil de hipopótamos de colores que debían zamparse todas las esferas posibles. ¡Cómo le dabamos al pulsador para que nuestro animal fuera el más comilón! Fernando Grande-Marlaska es el ganador en el Tragabolas del Consejo de Ministros. Qué pena que el otrora prestigioso magistrado de la Audiencia Nacional vuele de nuevo a la altura del grajo cuando hace un frio del carajo, como dicen en Cádiz, provincia por la que es diputado el baranda. Qué forma de tragar bolas, sapos, culebras y todo lo que haga falta con tal de mantenerse en el escaño azul. Ahora se traga el paso atrás en el contrato millonario de las balas con Israel. Si ya pudo mantenerse en el puesto tras una mentira manifesta con el muerto en la valla de Melilla (¿Recuerdan), esto debe ser más fácil de sobrellevar, aunque haya quedado no ya en ridículo, sino carbonizado por su propio jefe. No nos creemos que la minoría adolescente de la izquierda más a la izquierda provoque una crisis en el Gobierno y se levante del mullido sofá de los ministerios, pero en el fondo Sánchez tiene que preservar la convivencia en el gabinete. El presidente no quiere más ruido que el justo. Y mejor tener en calma a estos muchachos de Sumar, de Izquierda Unida y, en general, de todas esas formaciones que son el gazpacho mal majado de esa izquierda adolescente que añora las manifestaciones antimilitaristas de los años ochenta. Ellos no han evolucionado al concepto de cultura de defensa que marca a las democracias maduras y consolidadas. Ellos ven el Ejército como una amenaza, no como una garantía de los valores que sostienen la democracia. Ellos añoran los tiempos en que se conocían los nombres de los generales, aunque ahora los que se conocen son los de los magistrados y precisamente por los casos de corrupción.
Esta izquierda a la izquierda de PSOE se ha quedado rancia, responde a comportamientos de troquel. Esá en el Ejecutivo pero no ha recibido la deseable inyección de pragmatismo de todo nuevo mandatario. Les basta con mantener a su minoritaria parroquia en tensión. Eso sí, no dicen ni pío de que negociemos con China para captar más y más turistas (¿O China es una democracia ejemplar?), de que el ministro Cuerpo vaya a entrevistarse con su homólogo en el gobierno del malvado Trump, ni por supuesto de la modélica democracia venezolana. Sánchez deja en evidencia a quien fue un señor magistrado de prestigio, lo echa a las fauces de una minoría nostálgica de la España de hace cuarenta años y que hasta ha construido una imagen del Papa a su conveniencia y alejada de un análisis riguroso. ¡Qué más da! Solo queda desearle al ministro del Interior aquello tan sonado: "Marlaska, sé fuerte". Genera ternura leer los titulares de la prensa nacional que garantizan que el presidente mantendrá al ministro. ¿Pero don Fernando todavía no ha mandado pedir un taxi para irse a su casa? Y este tiene un puesto de trabajo al que volver. Imagínense esos mindundis que matan por seguir en el machito porque no tienen donde caerse muertos.
También te puede interesar