La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Las hermanas de la Cruz salvan el congreso
Más allá del titular de las manos vacías y los cuadernos de bachiller bajo el brazo para la foto en la puerta, con el letrero Andalucía, por la igualdad, Juanma Moreno y Pedro Sánchez hicieron unas risas en su reunión. Hay una ilustrativa foto de Europa Press. Sin embargo, ambos tienen ante sí un sudoku samurai: tres rompecabezas simultáneos. Primero: la financiación autonómica perjudica a cuatro regiones, entre ellas Andalucía; lleva diez años caducada y ni Rajoy ni Sánchez han sabido arreglarla. El concierto catalán similar al vasco ha provocado la rebelión de las once comunidades gobernadas por el PP. Quieren negociar todos a la vez para reformar el régimen común, pero no ofrecen propuesta alguna. Y será necesario mucho tira y afloja bilateral. En la UE siempre hay interminables confesionarios de la Presidencia y la Comisión con cada estado miembro.
La falta de ideas se extiende a los contenidos. El profesor Aurioles propugna una distinta recaudación territorial de impuestos, con los ajustes que convengan: el Gobierno central, el IRPF y el impuesto de sociedades; las autonomías, el IVA y los impuestos especiales, y los ayuntamientos, bienes inmuebles y actividades económicas. Tampoco hay voluntad de corregir los cupos vasco y navarro, calculados sobre un porcentaje de PIB inferior al real. Y la compensación del IVA que establece el INE beneficia a Madrid y Barcelona, por el factor sede de las grandes empresas. Por parte del Gobierno se oyen vaguedades. El ministro de Administración Territorial dice que habrá más dinero para todos, sin explicar ni cómo, ni cuánto, ni de dónde.
En segundo lugar, no hay mayoría para un nuevo techo de gasto, ni unos presupuestos del estado que asuman la nueva financiación. (El Gobierno negocia en Suiza con el prófugo Puigdemont). El tercer rompecabezas son las nuevas políticas de la UE para relanzar el modelo productivo europeo. Las recetas del ex presidente del BCE y ex primer ministro italiano Mario Draghi son más cooperación e integración, menos barreras y burocracia, o copiar la eficacia de Estados Unidos y China sin perder el Estado del Bienestar. Draghi propone flexibilizar la política de Competencia para que las empresas europeas ganen tamaño. Y advierte que para aumentar la innovación, abaratar la energía y sacar ventaja de la descarbonización hará falta una inversión adicional de 800.000 millones de euros cada año.
Las grandes potencias industriales serían así más poderosas y aumentarían los desequilibrios territoriales. Ya en 1990, el informe del británico Michael Emerson establecía que en un mercado sin barreras arancelarias plenamente abastecido serían necesarias menos empresas de mayor tamaño. La política de campeones europeos fragiliza la industria en las regiones menos desarrolladas. El sudoku de Sánchez y Moreno no tiene gracia.
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