la canción del verano

Francisco Andrés / Gallardo

¿Por qué se murió el canario de Pepe Begines?

24 de agosto 2013 - 01:00

AY, ay, que se me ha muerto el canario. Ay, ay, que se me ha muerto el canario. Como si fuera aquella niña de luto de Manuel Summers que se reflejaba en el turbio río Tinto, Pepe Begines lloraba la desaparición de su cantarina mascota, su vacilón compañero que le hacía dar sentido a su agropecuaria existencia.

Cuando El canario martilleaba las meninges de toda la familia en 1994 el grupo de Los Palacios No me pises que llevo chanclas llevaba un lustro de estribillos sandungueros y ritmos de agropop (agropó, en idioma chancletero) que tarareaban por todas las barriadas con farolillos de la Península. Con esa poca vergüenza (sana) con que despertaron al final de los 80, los de las Chanclas, un nombre que se sacaron de la manga así, poco antes de subirse a un escenario, fueron descubiertos por la frescura de su pregunta ¿Y tú de quién eres? (1989).

Los amigos de Begines tuvieron varias giras imprevistas y gloriosas porque transmitían lo que se oía en la calle, lo que se decía a ras de suelo, lo que pronunciaban las abuelas, los mayores y los niñatos. Y contaban cosas normales, como la muerte de un canario o, tiempo después, el contrabando de unas sandías porías. Gila no lo habría cantado mejor.

El obituario popero del pájaro puesto al sol (el disco se llamaba Perdonen las disculpas) fue la cúspide y a su vez el principio del fin de No me pises que llevo chanclas. Es difícil sobrevivir cuando la gente termina hartándose de una canción. Los palaciegos le echaban cara, con gotas de surrealismo, a esas canciones troqueladas de algún braimstorming de cubatas bajo los naranjos.

El lamento a El canario llegaba en el mismo año en que se fugaba Luis Roldán, en el momento más delirante y desesperante de la presidencia de Felipe González. Muerto el canario, sólo era cuestión de tiempo que naciera el aznarismo sobre las costillas agusanadas de la utopía felipista.

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