Todo, o casi todo, en la vida tiene su cara y su cruz, como la hoja con su haz y su envés, en fin... En la tormenta más desagradable de cuantas ha padecido el Real Betis Balompié, plagada de cruces como está, hay que ver que también tiene su lado bueno, su cara. Esta cara es el alarde de buena crianza que están dando las partes, sin nada que ver con lo que andan vomitando en las redes asociales personajes que no dejan títere con cabeza.

Afortunadamente, esa institución con vocación suicida que atiende por Real Betis Balompié no se ha visto, al menos de momento, ensuciada por un ventilador esparciendo mierda y puesto en marcha por algunas de las partes en cuestión. Que son esas partes, por cierto, las únicas legitimadas para relatar el argumento de una película que nunca debió proyectarse. Una película plagada de giros inexplicables, de situaciones impredecibles y el adobo de alguna deslealtad.

Lorenzo Serra Ferrer tiene su nombre grabado en el oro de los mejores capítulos de la historia del Betis y así debe quedar, sin que nada ni nadie lo mancille. Con Patricio O'Connell y Rafael Iriondo forma la trilogía de entrenadores que engrandecieron de forma auténtica la historia del club de las trece barras con corona. Su trascendencia es indiscutible en la historia centenaria del Real Betis Balompié y una malhadada disparidad no debe emborronar su nombre.

Afortunadamente, la comparecencia de quienes legítimamente patronean la nave estuvo presidida por las buenas maneras. Me imagino que para un personaje idolatrado por su balance en el banquillo debe ser doloroso que dos hombres que no son de fútbol duden de sus aptitudes para la gestión y la negociación. Claro que una cosa es el chándal y la alineación y otra muy distinta el despacho, conque todo debe terminar constatando que Lorenzo tiene en el Betis su casa. Amén.