No hable de política, hable de Sevilla

23 de diciembre 2025 - 03:07

Seis de cada diez españoles evitan hablar de política para no discutir y cinco millones de ciudadanos han roto relaciones familiares o de amistad en el último año por motivos político. Además, uno de cada cinco presenció o participó en discusiones subidas de tono, o directamente broncas, sobre política en las cenas de Nochebuena y Nochevieja del año pasado. Los resultados de una encuesta realizada entre 2.500 españoles, que se dio a conocer la semana pasada, son para preocupar. Hablan de un país profundamente dividido y escaso de cintura y en el que más que hablar, se grita. Mal asunto. Si usted aprecia en algo la estabilidad familiar y desea conservar sus amigos, mejor que este año se olviden de la gresca de Sánchez, Feijóo y Abascal e intente centrar la discusión en temas por lo menos igual de apasionantes, pero en los que se puedan encontrar grande dosis de consenso y sólo diferencias de matiz.

Si usted vive en Sevilla, lo tiene fácil. Por ejemplo, en los aperitivos intente llevar la conversación por lo requetesucia que está la ciudad y cómo no hay alcalde desde hace treinta años que le sepa meter mano al asunto, por mucha propaganda que hagan al respecto. Las calles de Sevilla, en el centro y en sus barrios, son un modelo de falta de cuidado, tanto por los ciudadanos que deberían de mantenerlas lo más limpias posibles como por los servicios municipales encargados del asunto. Y no hay que irse muy lejos para encontrar modelos de lo contrario. ¿Son menos guarros los vecinos de otras capitales cercanas o simplemente sus ayuntamientos son más eficaces y están mejor gestionados? De una cosa puede estar seguro: no hay cuñado, por muy cuñado que sea, que vaya a sostener que Sevilla está limpia.

Para el plato principal, la conversación puede derivar al desastroso estado de las infraestructuras básicas para Sevilla. Una de las principales conurbaciones de España, con millón y medio de habitantes entre la capital y el área metropolitana, tiene, por ejemplo, una conexión tercermundista con un aeropuerto que cada día mueve más pasajeros a más destinos y que aspira incluso a conexiones transcontinentales. O los retrasos eternos en tener una red de metro digna de ese nombre, la SE-40, el Puente del Centenario o tantas otras que harían la lista interminable. ¿Cuánta culpa tienen los que nos gobiernan en Sevilla o en Madrid y cuánta tenemos los propios sevillanos en que lo que aquí no se arregla nunca, en otros sitios sí encuentre solución? Y, sobre todo, ¿qué hay que hacer para que Sevilla deje de ser una ciudad que se conforma con lo que le echen? También aquí encontrará grandes acuerdos y pocas controversias.

Para los postres sí se puede plantear una cuestión más proclive a los argumentos enfrentados y capaz de levantar pasiones, nunca mejor dicho: ¿alguien en nombre de la ciudad y de sus sufridos habitantes debería hablar con el señor arzobispo para que ponga coto el desmadre de procesiones extraordinarias que cada fin de semana se enseñorean de las calles con sus cuadrillas de costaleros, bandas de música y demás parafernalias propias de la celebración? La discusión está servida. Feliz Nochebuena.

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