Tan normal

25 de noviembre 2025 - 03:06

Estampa goyesca, aguafuerte y tinta. A las puertas de la iglesia donde se oficia una misa por Franco, un tipo como venido de la última tabernucha abierta en la noche de los tiempos, bandera del pollo en mano y purito en boca, aprieta, magrea, pellizca los pechos de dos activistas de Femen. Asisto a la escena desde el móvil. Observo al hombrezuelo. Agarra las tetas con la soltura e impunidad del que no ve nada raro ni malo –sino normal y justo– en lanzarse sobre los cuerpos de las mujeres, menos aún si los exponen, en señal de protesta como es el caso, o de lo que sea. Para él y los como él, lo aberrante es que dar a esas guarras que protestan lo que están pidiendo a gritos, o un beso inocente a una futbolista, sean hoy nada menos que delito. El feminismo, está claro, ha llegado demasiado lejos. No el machismo, y la mentalidad y estructura que lo sustenta, que tan solo ha asesinado a 39 mujeres en España este año.

He aquí, en varios grados y niveles, una gran piedra que la que tropezamos: lo que muchos (y muchas) siguen viendo normal, en vez de una anomalía que atajar. Porque lo que no es visto como problema no puede tener solución. No es normal, sino habitual, que los trabajos no remunerados y su carga física y mental recaigan en las mujeres. No es normal, sino habitual, que haya hombres que lamenten que “ya no se puede decir nada” cuando lo que en realidad sucede es que nosotras ya no nos callamos. Ni normal lo que nos dicen por las redes. Ni normal, sino habitual, que haya una mujer o dos por cada conjunto humano públicamente significativo, ya sea éste una mesa redonda, un consejo de empresa, una foto oficial o las firmas destacadas de un periódico. Ni normal, sino habitual, que –Clásicos de Ayer&Hoy presentan– haya hombres que tachen de exageradas, inconformistas o buscadoras de cosquillas a sus mujeres cada vez que éstas pretendan hablarles de la relación. Que una mujer ocupe el espacio que, por mérito o dignidad, le es propio sigue siendo visto en las esferas pública y privada no siempre con admiración, sino como una inadmisible invasión. Este 25N tengo presentes a las mujeres que han muerto a manos del machismo, pero también a las que viven encogidas, existiendo flojito para no buscarse más problemas. La mala muerte y la vida a medias de las mujeres no es ni medio normal. Solo demasiado habitual.

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