Cuando todavía no cesa el debate sobre la contaminación paisajística de las fachadas de la Avenida de la Constitución y el entorno de la Catedral, el pavimento de esta importante arteria urbana ofrece señales de grave deterioro en varios de los tramos. El estado de conservación del firme es sencillamente impresentable, muy probablemente provocado por una deficiente colocación durante la obra realizada en su día para peatonalizar todo el espacio y construir la infraestructura del tranvía. Los problemas del Paseo Juan Carlos I se aprecian también ahora en pleno corazón de la ciudad. Ni en un sitio ni en otro, por cierto, se goza de sombra.