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Cambio de sentido

Contra la ponzoña

Contra la ponzoña, escribir –Maillard ‘dixit’– para que el agua envenenada pueda beberse

La de Vox en Parla, que despotricaba de la droga y el peligro en los barrios de inmigrantes, detenida en calidad de reina del narco y la balacera. Compra de votos, grandes ofertas: Melilla, Moraleja de Sayago (Zamora), Villalba del Alcor (Huelva), Mojácar (Almería), Albuidete y Mazarrón (Murcia), Bigastro (Alicante), La Gomera (Canarias). Denuncias y detenidos a diestra y siniestra. Esto indica que el sistema electoral funciona con garantías, pero también que hay quienes ponen cara de demócratas mientras asoman su pezuña de lobo. Quieren estar en lo público para su provecho mamón y privado. De ese riesgo nace uno mayor: el que entrañan quienes, a lo Trump, llamarán ilegítimo al gobierno que no sea el de sus redaños.

Seguimos para bingo: el peliculón de Maracena –no sé si es de Almodóvar o de Berlanga–. El marido de una ex candidata del PP de Pulianas, Granada, atropellando a la pareja de otra candidata del PSOE y descalabrándola después. Un candidato socialista detenido por agredir a un directivo de un club de fútbol. El lío del candidato y miembro de los Latin Kings, también detenido. Y la gresca intestina a todas horas. Y el disparate, la bravata, la chulería, la ostentación de la ignorancia: la ponzoña. Qué punto bananero, qué servicio a la patria, qué estampas más negras. Después, que si las gentes –las más impresionables– están polarizadas, o –las suspicaces– desencantadas.

Hasta aquí la flocadura, la espesa capa de escoria que conviene retirar antes de que sea demasiado tarde para decir que habrá alcaldes y alcaldesas de decencia y sentido público. Están quienes se complican la existencia y se meten en esto para procurar que lo común siga siendo común. Lo grave es cuando la pátina de tóxico penetra desde lo alto con bulos y falacias, y envenena el debate y la convivencia, y triunfa con desdenes, no con razones, y nos venden grilletes por alas. Ante los intentos por emponzoñarlo todo, la tarea es resistir con consciencia, echar discernimiento, no dejarse envenenar ni morder por los colmillos retorcidos. O incluso algo más: contra la ponzoña, escribir –Maillard dixit– para que el agua envenenada pueda beberse. Enhorabuena a quienes serán alcaldesas o alcaldes en las ciudades y los pueblos de Andalucía. Les exigimos respeto y defensa de lo común. Que no perviertan lo que es de todos ni lo enristren al provecho de unos pocos. Que hablen sus obras. Que su discurso no siembre cizaña. Quedamos con los ojos bien abiertos.

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