Prohibido rezar

21 de septiembre 2025 - 03:11

Leo la peripecia de Isabel Vaughan-Spruce, una inglesa contraria al aborto a la que la policía británica investiga por tercera vez, reprochándole el simple hecho de rezar junto a una clínica abortista. La mujer, como en ocasiones anteriores, estaba sola, en silencio y sin pancarta alguna. Los hechos vienen ocurriendo en la ciudad de Birmingham.

El conflicto, como he señalado, no es nuevo. Vaughan-Spruce fue detenida por primera vez en noviembre de 2022, en circunstancias similares a las descritas. En febrero de 2023, fue absuelta de todos los cargos por el tribunal competente, ya que la fiscalía no consiguió ofrecer pruebas que sustentaran la acusación de acoso a las usuarias del establecimiento. Semanas después, se la detuvo por segunda vez. La policía le dijo que rezar en silencio dentro de la zona restringida alrededor de una clínica abortista era delito. Tras las pertinentes indagaciones, se retiraron los cargos y, en agosto de 2024, recibió una indemnización de 13.000 libras y una disculpa de las autoridades policiales de West Midlands.

La “zona” a la que he aludido es la establecida en una ley vigente en Inglaterra y en Gales que tipifica como delito el actuar, dentro de ella, de quien influya de forma intencionada o imprudente en la decisión de una persona de valerse del recurso del aborto, lo obstaculice o cause inquietud, alarma o angustia a alguien que demande los servicios o trabaje en las instalaciones de un abortorio.

Por supuesto que me opongo a cualquier tipo de acoso, venga de donde venga. Pero no deja de asombrarme que una interpretación laxa de lo que se puede o no hacer en este territorio protegido, cuya creación es discutible, acabe convirtiéndose en una de las formas de censura más sectarias, ilógicas y preocupantes de nuestro absurdo mundo. Castigar a quien ora en silencio –él y Dios sabrán por qué y para qué– es un ataque manifiesto al libre pensamiento, a la libertad religiosa y a la de expresión.

Pasan los años y el aborto, que mutó de penosa necesidad en derecho, se multiplica hoy hasta cifras increíbles. 42 millones de seres (que lo son) humanos (que también) triturados en 2024, la primera causa de muerte a nivel global. Diríase que a cuantos nos parece un exterminio execrable no nos va a quedar ya ni la posibilidad de concebirlo así.

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