CONVENGAMOS que en este tiempo donde tanto valor se le da a la imagen y donde las apariencias rigen con vara alta nuestros destinos, nadie negará que la foto de Juan Ignacio Zoido en El Vacie tiene calado, una barbaridad de calado. No sé si el gesto se verá acompañado de la eficacia, si esta foto en la que se mide de igual a igual con los patriarcas de ese vertedero con 70 años de antigüedad como asentamiento va a tener un final feliz, pero, de momento, tiene química y un considerable tirón popular. Lo más probable es que la escena, tras los aplausos del respetable, pase al diván de los gestos perdidos, pero gusta ver al alcalde que Sevilla ha elegido remangándose con la realidad más dura. En el corazón de un vacie, Zoido ha dado una muestra de entereza, que no es fácil fajarse con los que tan poco tienen que perder. ¿Le acompañará el éxito y se erradicará El Vacie? Eso es más difícil, pero el gesto queda ahí.