Por si acaso

pablo / gutiérrez-alviz

El rancho de los lunes

EN la antigua vida castrense el rancho del cuartel igualaba a todos y, marcialmente, debía tomarlo desde el jefe hasta el último soldado. La falta de imaginación del encargado de la cocina militar permitía saber el menú según el día de la semana y viceversa: si había cocido sin rastro de "pringá", era lunes y muy triste, por cierto. Quizá algunos objetores de conciencia no deseaban hacer la mili porque querían una alimentación más completa, con carne incluida.

La alcaldesa de Barcelona, la ignorante Ada Colau, por puro "postureo" progre, la tiene tomada con el ejército y defiende la dieta verde. Disfruta haciendo declaraciones grandilocuentes que podrían resumirse en una máxima: "la ciudad es mi rancho particular". A principios de marzo manifestó que los militares sobran en el entorno educativo. Días pasados ha mostrado su rechazo a las maniobras sin munición de unos soldados en el parque de Collserola. Desea que el ejército haga rancho aparte, tenerlo separado de la sociedad y ha calificado a la capital catalana como zona desmilitarizada.

La última ocurrencia del equipo de Colau es proclamar a Barcelona como ciudad "amiga de los veganos". O sea, de los vegetarianos más fundamentalistas. La propuesta se aprobó por todos los grupos políticos con la abstención de PP y C'S, que imagino no quieren perjudicar a los productores de la butifarra o del "espetec". Los veganos se tienen a sí mismos en altísima estima porque presumen de una superioridad ética al no consumir (ni matar o explotar) ningún animal ni nada procedente de ellos y además, se consideran especialmente comprometidos con el medio ambiente. Aunque suelen tener muy malita cara y un escaso sentido del humor. El consistorio, en pleno éxtasis ecológico, ha establecido una jornada fija a la semana con carácter vegano. Cada lunes el rancho en los comedores (o ágapes) municipales no contendrá ningún alimento de origen animal. Curiosamente, los vegetarianos, muy ligados al pacifismo y siempre afines al verde, apenas lo soportan cuando alcanza el tono caqui militar (salvo si están ante Raúl Castro de uniforme).

En breves fechas muchos vecinos de Barcelona empezarán a sufrir el triste rancho de los lunes y se les reconocerá por sus caras de ajos porros. Me declaro objetor de conciencia de esta señora: quiero un ejército competente y también comer lo que me apetezca. Incluso los lunes.

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