Refugios

01 de septiembre 2025 - 03:08

Unos amigos sanluqueños asentados ya en una vida profesional acomodada, con buena relación entre ellos, cargados de ilusiones y energía, han decidido crear una pequeña bodega para elaborar su propia manzanilla, recurriendo a maquinaria antigua y asesorados por uno de ellos, un magnífico enólogo formado en Francia. Dispuestos, pues, a criar su vino de acuerdo con métodos tradicionales. No buscan rentabilidad económica alguna, ni pretenden formar parte de ninguna lista de jóvenes emprendedores, ni mucho menos competir en el negocio bodeguero. Sólo les mueve esa peculiar satisfacción que proporciona entregarse a una labor que tiene como finalidad el disfrute de un vino propio, gozar del calor que depara una buena copa compartida y el consecuente incremento de la amistad. En principio, se trata de una decisión libre y respetable, llena de encanto. Pero si un observador cercano quisiera preguntarse algo más sobre el porqué de su actitud, tal vez viese, en esa forma de encerrarse en sí mismos, una especie de repliegue y distanciamiento de la vida pública. Tal como si rehuyeran, por desconfianza o decepción, entregarse a otro tipo de ilusiones de carácter más amplio y colectivo. Incluso, este mismo observador podría atreverse a pensar que, hace cuarenta o cincuenta años, la voluntad que ahora embarga a este grupo de amigos se hubiera orientado más bien a colmar necesidades de mayor proyección civil. Y, por tanto, cabe temer que esta bodeguita –o cualquier otra entrega ilusionante– es una elección que, a la vez que muestra el deseo de una empresa común, también significa un refugio simbólico para sustituir anteriores dedicaciones que han perdido capacidad de estímulo. Dicho de otra manera: en estos tiempos, hay personas que se refugian, creando bodeguitas particulares llenas de encanto, porque el mundo exterior de la política y de los compromisos sociales han perdido todo tipo de atractivo. Y si la vida política y los que, en estos tristes momentos, la manejan, siguen así, el personal con ganas de acción acabará encerrado, ensimismado y refugiado, construyéndose su propio entorno, encerrado con cuatro amigos afines. Con unos amigos que comparten no solo el amor por el buen vino, también el mismo desdén por una política que han degradado los propios profesionales de la política.

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