La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Sánchez entra en los templos cuando quiere
Las elecciones en Extremadura han dejado tres titulares: la victoria indiscutible del PP, que es de largo el partido más votado; el ascenso continuo de Vox y su asentamiento en determinados grupos de población; y el descalabro del PSOE, cuya poderosa marca viene siendo fagocitada por el sanchismo, y que tiene pinta de ser la primera de varias. Pero el resultado electoral dejó también algunas cuestiones en el aire: El PP gana, sí, pero no sube en votos, por lo que no redondea la fiesta como esperaba. Vox es el único partido que suma adeptos, pero ni mucho menos al ritmo de sus hermanos europeos, lo que lo sigue dejando como un acceso de los populares, lejos de ser alternativa. La bajada del PSOE es catastrófica, pero no indica una huida de sus votantes a otras formaciones (si acaso a Podemos, pero no de manera significativa) lo que pone el acento en la deriva a la que lo ha sometido el presidente Sánchez, en el caso extremeño con el estrambote de la imposición de un canditato imputado.
Con todo, lo verdaderamente relevante de esta cita electoral es el copamiento por las dos formaciones de derechas del 60% del voto, en un territorio tradicionalmente fiel a la izquierda, y que en algunos municipios (Badajoz capital, por ejemplo) se ha ido casi al 70%. En este desplazamiento del voto de izquierda a derecha confluyen varios factores: algunos comunes a otras regiones, como la debilidad del Gobierno presa de sus socios separatistas y la pesada losa de la corrupción, que llega hasta la misma casa del presidente; y otros vinculados a ese pensamiento woke tan del gusto de cierta izquierda, que en territorios con predominio de lo rural como Extremadura está haciendo mucho daño.
Pero la concitación del voto en la derecha tiene el aliciente añadido de ser disputado por dos partidos, olvidados ya los tiempos del bipartidismo. Vox es, hoy, un partido asentado en todo el territorio, con fuerte penetración en el electorado más joven y en ciertos grupos descontentos que han encontrado donde alzar la voz, con un quince por ciento casi asegurado, y eso no va a cambiar. Cuenta el PP con la ventaja de tener al PSOE en franco retroceso, lo que le amplía las posibilidades de pactar, algo que Guardiola, y otros, seguro pondrán encima de las negociaciones. Pero ojo con errar el tiro. Aunque la senda parece clara, todavía queda camino.
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