La Sevilla sin sentido del humor

Hemos sustituido la gracia del dardo irónico por la fiereza de la embestida

Cabezuelo, Garzón y la novelería hispalense

La ciudad en riesgo

El cartel de la Cabalgata del Ateneo.
El cartel de la Cabalgata del Ateneo. / M. G.

04 de diciembre 2025 - 04:00

Las reacciones de esta ciudad con motivo de unas elecciones en una cofradía o de un cartel de Semana Santa o de la Cabalgata del Ateneo son para que Sevilla pida consulta en el diván correspondiente. Como se suele decir a pie de calle, la cosa es para que nos "lo miren", como dicen los impertinentes que te saludan y te indican que tienes una manchita en la piel: "¿Tú has ido a que te lo miren?". Y eso en el mejor de los casos, porque hay especialistas que te diagnostican sobre el peso, te dan el parte sin que lo hayas pedido, y siempre lo hacen con un fondo negativo. Si te ven más orondo, es que no te cuidas. Si te ven más delgado, preguntan si tienes alguna enfermedad. La Cofradía de los Impertinentes de la Báscula van, además, de simpáticos y muy amigos tuyos. Pues esta ciudad necesita un impertinente que la mande al diván para que le saque los gatos del vientre del Giraldillo, le cure las taras, le rebaje la fiereza y le reconduzca la tendencia al linchamiento y la vocación destructiva. El pintor del cartel del Ateneo, un señor que no tenemos el gusto de conocer, pudo haberle ahorrado la polémica a la Docta Casa, sobre todo si tiene en cuenta la que liamos por estos lares con ocasión de carteles mamarrachos, que no es el caso. Pero bien y seriamente mirado, ¿qué problema hay en que aparezca una camiseta del Betis? Bien pudo ser del Sevilla, o del Madrid, o del Barça. Por el amor de Dios, o por Cuna, ¿qué más da? En Sevilla hay niños de los dos equipos. El incauto Fernando Vaquero eligió el que consideró oportuno. ¡Viva la libertad! Hemos sustituido la gracia por la guasa, el comentario modelo dardo durante el café por la crispación, y la provocación irónica por la embestida. Las redes nos han hecho peores, dicen, pero hay que recordar la que se montó por el escudito del Betis en la portada del centenario sevillista, en el año 2005, en tiempos en los que no existían las fosas sépticas.

¿De verdad hay que llegar a las amenazas al artista o a los dirigentes del Ateneo por la camiseta de un club de fútbol que aparece en el cartel que anuncia la cabalgata? Es evidente que los excesos en esta ciudad no se padecen solo en las procesiones, en las ganas de estar en la calle o en el número de turistas. Nos está quedando una Sevilla sin sentido del humor, que ya no reserva la contundencia para casos que realmente la merecen, sino que tira de ella a la mínima oportunidad. Quizás la gente se ahorre muchas terapias mirando cada día en vez de la pizarra de las tapas, la lista de a quién toca linchar. La santa inquisión siempre tiene la pira encendida a la búsqueda de inocentes que someter al calorcito purificador. Claro que Vaquero pudo haber pintado una camiseta de un equipo con colores o un escudo no reconocibles, incluso una túnica de nazareno de hermandad no identificable, ¡pero qué demonios! ¿Para qué tanta estúpida y tanta boba cautela?

stats