La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Qué clase de presidente o qué clase de persona
Las cifras de las bajas laborales registradas en el cuerpo de la Policía Local de Sevilla coincidiendo con el primer fin de semana del alumbrado navideño y la disputa del partido Sevilla-Betis son sencillamente escandalosas. Se produjeron un total de 449 bajas de 682 agentes que tenían asignado el turno de trabajo. Además, ayer lunes acudieron a trabajar 46 de los 139 agentes citados para el turno matinal. Todo trabajador puede hallarse en situación de tener que solicitar una baja firmada por el médico competente. Faltaría más. Y todo gobierno local tiene la obligación de procurar la seguridad de los dispositivos de tráfico, consumo, vía pública, etcétera, sobre todo en casos de previsibles grandes aglomeraciones como las ocurridas el sábado en el centro y el domingo en Nervión. No se olvide un ejemplo: en 2023 se tuvo que aforar la calle Granada por la multitud congregada a la hora del encendido de las luces mientras actuaba un pinchadiscos. El enfrentamiento del gobierno local con los representantes sindicales de la Policía no puede dejar a una gran ciudad con dos tercios menos de los agentes que se consideran necesarios. Si se han corrido riesgos y se tiene claro que se seguirán sufriendo, más vale que el alcalde sopese pedir ayuda a las instancias que correspondan, pues la seguridad en la vía pública es un asunto de la mayor importancia.
Se comprenden las inspecciones para evaluar la baja masiva de agentes. También se entienden los análisis que reprochan al gobierno haber arrancado el mandato con el pago de productividades que ahora se considera que no se pueden mantener en función de un informe de la Intervención General que no deja lugar a dudas. La urgencia es la seguridad de los días que ya tenemos encima. Y no se justificará ningún incidente que pudiera ser evitado con el dispositivo planteado. Una ciudad que vive en la calle, con un turismo disparado, en el período de mayor consumo del año y que, además de las tradicionales noches de las fiestas principales, tiene dos actos masivos fijados en el horizonte próximo como son la salida del heraldo y la cabalgata, debe buscar soluciones cuanto antes. La seguridad no puede quedar mermada por un pulso entre dos partes. No se trata de ser alarmistas, sino de poner remedios a un problema cíclico, de reducir el ruido, las polémicas y los enfrentamientos a los que llevamos años acostumbrados. Como suele ocurrir, la principal pista está en el dinero. Pero la prioridad es la seguridad de los ciudadanos. La película, por desgracia, nos resulta ya conocida. Es una matraca temeraria.
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