La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Objetivo, el Rey
Hasta hace poco, de siempre y durante años, he sido fiel al telediario de la Primera, a las noticias de la pública, gobernase quien gobernase. En esta legislatura, he decidido que ya no veo ninguno: si siempre ha habido algún tufo propagandístico, al menos era disimulado. Pero la mano del Gobierno multicompromiso ha llegado a límites que mueven al off y adelantar la cabezadita: homilías laicas con forma de reportaje, porcentajes y cuotas de género con calzador, noticias anecdóticas pero con pegada ideológica, deporte femenino a cascoporro, catalanes que hablan en catalán sin doblar. Me parece bien promover casi todo eso: sucede que el telediario es un informativo, y no un taller de educación en valores. Pero, peor, he visto en los últimos meses algunos de esos programas matinales donde hay muchos invitados peritos y versados en la cosa, la que sea. Uno es de TVE, y lo dirige la vibrante Mónica López, otrora mujer del tiempo. Los de las cadenas privadas son ya puro mitin, si no bronca impostada.
En uno de estos espacios, la invitada era Rosa Díez, que iba allí a hablar de la manifestación del próximo domingo contra los indultos que prepara Sánchez para darle lo suyo a ERC. Una concentración con previsible abuso de la bandera nacional -que cierta derecha cree suya-, convocada por Unión 78. Una muestra evitabilísima de que aquello del Poder Judicial no se lo creen ni los de una esquina ni los de la otra, aunque éstos digan defenderlo, sin necesidad alguna y todo electoralismo. Un acto que le interesa ahora al PP lo mismo que una patada en la espalda: interesa a los outsiders como Díez, a los menguantes como Vox y a los en vías de extinción como Ciudadanos. No a Casado.
Dentro de las preguntas incómodas de rigor -es lo suyo-, y entre el guirigay de los corifeos de jueces platanito que hablan a la vez, un tipo le suelta a Díez: "¿Y quiénes van a estar en el frontispicio?". La vasca odiada por vascos, que tiene más mili que el Capitán Trueno -amenaza de muerte durante décadas incluida-, lo puso en su sitio: ¿a qué se refiere usted con frontispicio?, le espetó agitando sus largos dedos al afecto tertuliano de Mónica. Frontispicio, qué golpe: suena a fachada vieja, a facha. ¿No le vale con tarima o estrado? "Era una broma", concedió el ocurrente del recreo, ya desde el burladero. Las bromas en televisión no se entienden, y usted es periodista, le dijo la invitada y diana, soltando las tenazas. En televisión... pública. Ojo al dato, que decía Butanito. TVE debe buscar ser plural y ser eso, pública, o sea, de todos. Serlo y parecerlo.
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