La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

El tiempo finito de los charlatanes

Alguien cogerá el relevo del especulador de la oratoria, porque siempre hay quien ve nichos vacíos que ocupar

El tiempo finito de los charlatanes

El tiempo finito de los charlatanes

Hay una alegría sobredimensionada en los mensajes de telefonía móvil, en muchos, muchísimos corrillos. No, no ha ganado un nuevo título ninguno de los clubes de fútbol, ni se intuye todavía la salida de ninguna procesión extraordinaria por el fin de la pandemia, que el que debería haber salido hace tiempo es el Cristo de San Agustín. La gente brinda por la noche electoral madrileña. Llegan vídeos sobre Pablo Casado con voz de Lopera (don Manuel) en el papel de resucitador de un PP que estaba en la UVI, o en los que se ve al de Palencia recitándole a Ayuso esos famosos versos macarenos de Rodríguez Buzón, el pregonero al que casi todos han imitado. Hay una felicidad en el ambiente al igual que en las tardes de Viernes Santo hay luto por las esquinas y la Buena Muerte y el Amor aparecen velados.

Al final, uno no tiene más remedio que tener claro que la circunstancia llamada Pablo Iglesias se acabó, pero que a una circunstancia siempre le sigue otra. No les quepa duda de que alguien cogerá su relevo, porque en esta política que nos ha tocado sufrir se trata de ocupar los nichos, y este señor ha dejado uno bien creado. Pronto saldrá algún macho alfa, algún charlatán, algún embaucador de serpientes de los que usan su inteligencia para timar, no para contribuir a la prosperidad de la sociedad. Brinden si quieren, pero recuerden que Pablo Iglesias, un tipo lamentable para la política española y para la concordia de la sociedad, un episodio negro de la política fatua y marquetiniana, no hubiera sido posible sin miles y miles de votantes. Ahora dicen que se irá a la televisión. Jajajá. Aquí todo el que puede usa la Universidad de rampa de lanzamiento y no vuelve a dar clases, investigar y estudiar ni a tiros.

¿Por qué será? Porque en la política se trabaja menos que en cualquier empleo, no digamos si se trata de la empresa privada. Porque en la política se vive bien, se pierde mucho tiempo, nadie vigila la hora de entrada al despacho y hay una agenda social que en muchos casos es la mar de entretenida. No les engañen. Al final el timorato de Rajoy es de los pocos que regresó a su puesto de trabajo. Iglesias ha sido un timo, un pantuflo, un especulador de la oratoria, un hábil explotador del descontento de aquel movimiento nucleado en torno al 15-M. Iglesias no tiene nada que ver con señores de la izquierda española que nunca tuvieron que sembrar el odio para hacerse un hueco. ¿Y saben por qué Iglesias ha sido una de las grandes mentiras de la democracia española? Porque ha durado poco tiempo. Lo ha echado el pueblo. Y eso duele al pájaro tanto como lo retrata.

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