Tontos contra malvados

05 de noviembre 2025 - 03:08

Tenía Carlos Mazón la inteligencia mínima para ser presidente de una comunidad autónoma? ¿Tenía la suficiente astucia política, la visión estratégica, el mínimo instinto político que se le debe exigir a un dirigente que maneja billones de euros de dinero público? No, rotundamente no. Y como él hay docenas, cientos, casi me atrevería a decir miles de cargos públicos. Y en todos los partidos, eh, en todos los partidos, y que quede bien claro. Lo que pasa es que la izquierda domina la propaganda y el activismo como nadie, y además no tiene escrúpulos en manipular la agenda política como si fueran realities de Tele5 (no olvidemos que José Javier Vázquez es el gran ideólogo de Pedro Sánchez). Por eso guionizan perfectamente la realidad para conseguir salirse con la suya. Por eso buscan entre las piedras hasta encontrar a una activista de su cuerda a quien van a hacer pasar ante las cámaras por una testigo objetiva de los hechos. Y por eso saben ajustar la agenda política a sus intereses (eso que se llama “el control del relato”). Y en este sentido, es lamentable que el PP haya anunciado la dimisión de Mazón el mismo día en que el fiscal general del Estado se sentaba en el banquillo de los acusados, un hecho insólito que sólo podría ocurrir en las islas Caymán o en ese desdichado país que aún llamamos España.

Es un enfrentamiento de tontos contra malvados. Unos manejan la esgrima, otros –la izquierda– los lanzallamas y los métodos que patentó el gran Vito Corleone mientras acariciaba un gatito: chantajes, sobornos y ese susurro que se oye al otro lado del teléfono y que simplemente dice: “Sabemos qué hay de lo tuyo”. Con eso es suficiente. No hay que enviar cabezas de caballo. Todo es más sencillo, todo está mucho mejor engrasado: “Sabemos qué hay de lo tuyo”. Y se dice incluso en tono amistoso, como si el que habla y el que escucha pudieran ir a tomarse tranquilamente unas birras después de esa conversación: “Sabemos qué hay de lo tuyo”. Y en ese “sabemos” están presentes todas las instituciones del Estado, convenientemente manejadas por unos personajes que han convertido la Administración en su finquita particular. Sí, todo queda en “familia”. ¿O era famiglia? Y este es nuestro triste destino: tontos contra malvados.

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