Opinión

Juan de la Plata

A la vera de Fernando Quiñones

Amedia mañana de ayer nos llegó la triste noticia de la súbita muerte de un gran poeta y entrañable amigo: el escritor extremeño y sabio flamencólogo Félix Grande. Nacido en Mérida el 4 de febrero de 1937, estaba a punto de cumplir los 77 años de edad.

Bellísima persona, aparte de sus cualidades literarias, Félix Grande fue un gran orador y aún se recuerda cuando ingresó como miembro de número en la Cátedra de Flamencología de Jerez, leyendo su magnífico discurso, en el auditorio de la entonces Caja San Fernando, que tituló Más junto que una lágrima, con un salón completamente abarrotado de público.

Criado en el campo de Tomelloso (Ciudad Real), junto a su abuelo, que era cabrero, Félix quiso ser primero guitarrista flamenco, pasión que cambiaría más tarde por la poesía, publicando varios libros y consiguiendo numerosos premios. Trabajó 35 años en la revista Cuadernos Hispanoamericanos, de la que llegó a ser director; y obtuvo en 1995 el Premio Nacional de la Cátedra de Flamencología por su libro Memoria del Flamenco.

Íntimo amigo del escritor y poeta gaditano Fernando Quiñones, acompañó como guitarrista al autor de De Cádiz y sus cantes y Las mil noches de Hortensia Romero en numerosas charlas sobre flamenco, pronunciadas al alimón por distintos países iberoamericanos.

Su relación con este rincón occidental de Andalucía le llevó, también, a ser nombrado hijo adoptivo de San Roque (Cádiz), donde dirigió unos cursos de flamenco. También fue nombrado, en 2005, miembro correspondiente de la Real Academia Hispanoamericana de Cádiz.

Sus restos mortales descansarán a partir de hoy en Tomelloso, la ciudad de la que era hijo adoptivo y donde vivió su niñez y juventud, despertándose allí su afición por el flamenco, arte del que llegó a ser un gran entendido, escribiendo interesantes libros sobre el mismo. Su bonhomia nunca la olvidaremos. Descanse en paz.

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