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Sí, otra vez el Sevilla

Ya es hora de darle el cambiazo a Aladino, de quitarle la lámpara maravillosa y de ponerle la mágica palangana

El sevillista se halla hoy entre levitante y nervioso. Sí, otra vez. Sí, otra final. Pero antes no estaría de más hacer inventario del recuerdo y la dicha. Voy por partes. Uno no olvidará nunca la primera vez que vio el Danubio (fue en Vukovar, la ciudad de los mártires croatas en la guerra de la ex Yugoslavia). Igual que uno nunca olvidará cómo se topó la vez primera con el panteón de Agripa, que surge de pronto, imperial, en mitad de Roma y de su embrollo de callejas. Tampoco olvidará uno jamás la noche de la primera final de Eindhoven, cuando el Sevilla, como un meteoro de alegría, nos dispersó el álbum de cromos que teníamos de la infancia y los años mozos y gamberros en Nervión, obligándonos a hacer en la intimidad lo que Carmelo, el mítico líbero del Cádiz, que marcó un gol una vez y no supo cómo celebrarlo por torpeza y falta de costumbre.

El gran río de Europa me hizo recordar en Vukovar El Danubio de Claudio Magris. El coloso de Agripa me reveló que, aparte del síndrome de Stendhal, existe también el síndrome del testículo desmayado: frente a la maravilla, a uno se le cae al suelo un delicado huevo y, al poco, el otro. Eindhoven, por su parte, nos sigue recordando que es el punto de donde parte el resto de nuestras romerías de mayo por los santuarios de media Europa.

Hoy, en Budapest, se concitan el bendito azar danubiano, el síndrome del huevo caído y el meteorito feliz que trae consigo mi equipo. De nuevo el Danubio (lo que va del viejo vals austrohúngaro al Puskas Arena). De nuevo Roma, con su dios pagano: Totti, eterno capitano de la Roma. Y sí, de nuevo la otra Roma andaluza, Sevilla y su Sevilla Fútbol Club (SFC), incordie a quien incordie, donde el romanidad de Adriano, Trajano y Teodosio, el plumerío macareno, el rockero Silvio y su divertido “¡Viva Roma!” en los conciertos del tiempo ido. Nos llaman palanganas, como si nos molestara. Ya es hora de darle el cambiazo a Aladino, de quitarle la lámpara maravillosa y de ponerle la mágica palangana. Frótala otra vez, Aladino.

Quienes somos sevillistas pero amigos de la Roma estamos hoy como avasallados. ¡Roma o morte! Mourinho no ha perdido ninguna final. Pero el Sevilla no ha fallado en sus seis finales de Europa League. ¡Palangana o muerte! Bella es la camiseta encarnada de la Roma y qué tino el de su leyenda en el pecho: SPQR. Vigoroso duelo de cantatas el de hoy: el himno de El Arrebato y el Roma, Roma, Roma de Antonello Vendetti. Impone el Senatus de la Roma en el pecho. Pero hoy la gloria llama a las bravías legiones del Mediodía que portan el estandarte con el SFC. Sí, otra vez.

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