Sin pies de plomo

Samuel / Silva

La vida sigue igual

APENAS han pasado tres semanas desde que finalizó la Liga y en Heliópolis, en esas oficinas ahora tan modernizadas, ya nadie recuerda que el Betis ha protagonizado el descenso más bochornoso de su historia. Descompuesto desde la planta noble al vestuario, el luto en verdiblanco apenas resistió unos días. No podía ser de otra forma con unos dirigentes que no llevan el fútbol en su cabeza y sí otros intereses. Vaya usted a saber cuáles.

El apoltronamiento invita a especulaciones de todo tipo; la revisión de los asuntos concursales, también. Las amistades que se realizan desde un cargo siempre otorgan su rédito, más allá de que también algunos acudan a servirse más que a servir. El homenaje y agasajo a Ángel María Villar sólo fue el enésimo agravio al bético, al que ahora se le pedirá un nuevo esfuerzo por su Betis, como si eso hiciera falta, cuando nadie ha asumido la responsabilidad de un escarnio mayúsculo. Se presume de millones, de césped o de la NASA. Es lo mismo, otra cortina de humo a la espera de Lorenzo Serra Ferrer.

44 días después de confirmarse el ominoso descenso, el Betis continúa sin director deportivo ni entrenador, por más que desde el club se asegure que las gestiones por ambos se encuentren avanzadas. El técnico del Lugo, Quique Setién, se permite rechazar la oferta verdiblanca; otros históricos del club, y alguno reciente, también declinaron la posibilidad de incorporarse a este proyecto que nace viciado desde el inicio.

El regreso de Alexis Trujillo supuso el único soplo de aire fresco para el bético, pero en menos de un mes su venida parece pertenecer a otro tiempo, ante las escasísimas noticias positivas que desde entonces se han escuchado en verdiblanco. En este Betis del absurdo ni el periodismo, o lo que quede del mismo, saldría limpio en un análisis frío del mismo. Pero ésa es otra historia...

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