A vueltas con el genocidio

28 de septiembre 2025 - 03:16

No cabe duda de que la posición de Pedro Sánchez en el conflicto de Gaza ha sido la adecuada: rotunda condena del atentado de Hamas, firme rechazo a la matanza ejecutada por el Gobierno de Israel, propuesta de sanciones de la UE contra Netanyahu, reconocimiento de Palestina y defensa de la utopía de los dos Estados. En algunos de estos aspectos ha sido impulsor y pionero.

Pero el presidente no puede olvidarse en ningún momento de ser quien es y hasta las causas más nobles las ensucia con su política narcisista y sectaria. Siempre quiere dejar claro que él es el faro que ilumina el lado correcto de la Historia y siempre se las apaña para señalar y aislar al enemigo y que no haya ningún acuerdo entre ellos.

En marzo de 2024 la relatora de Naciones Unidas para los territorios palestinos calificó de genocidio lo que el ejército de Israel estaba cometiendo en Gaza. La ministra de Defensa, Margarita Robles, también lo hizo. Pedro Sánchez y su ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, nunca hablaron de genocidio desde entonces hasta agosto pasado.

Lo hizo Sánchez a principios de septiembre, proponiendo mayor dureza en la repuesta internacional a la matanza de palestinos y poniendo el acento en la palabra genocidio, que no ha pronunciado en dos años. A Feijóo le conminó a que la repitiera con él: ¡ge-no-ci-dio! Y ahí estaba la trampa. Encontró la palabra justa para que el PP quedara en el lado incorrecto de la Historia: por más que denuncie a Netanyahu y hable de matanza, a Feijóo no le dejan saltar al lado bueno del muro que delimita al progresismo de la reacción por no invocar la palabra mágica... que Sánchez ha tardado dos años en hacer suya.

La maniobra quedó abortada cuando Feijóo se refirió a lo que está pasando en Gaza como una masacre y cuando el Rey en la ONU clamó contra el Gobierno israelí sin participar siquiera del debate semántico que ha pretendido abrir el presidente del Gobierno con el único propósito de aislar a Feijóo y abortar todo pacto. Felipe VI interpretó bien el sentimiento general de la sociedad española: a favor del pueblo palestino, contra el terrorismo y contra los “hechos aberrantes” ocurridos.

Francina Armengol intentó más tarde, otra vez con el genocidio, que el PP se ausentara del minuto de silencio en el pleno del Congreso por las víctimas de Gaza. Sin éxito.

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