Salvo concejales como Cristina Peláez y Gonzalo Polavieja, defensores del derecho a la vida, los valores no cotizan al alza, renunciando a ellos quienes no afrontan la gestión municipal de arreglar baches o atender a vecinos que no llegan a fin de mes.
Álvaro Pimentel, portavoz de Ciudadanos, ha enterrado hacha de guerra e ideales pactando una vergonzosa rendición ante el alcalde, con el as en la manga del subidón al Parlamento andaluz que le asegurará tal traición a sus propios ediles, próximos novios de la muerte en el Pleno, sin voz y con voto hipotecado.
Marx gobierna en Sevilla. No Karl Marx, sino Groucho Marx: “Éstas son mis convicciones y si no te gustan las cambio”. Pero muchos creemos en una gestión local con principios y como ejercicio de la caridad pública, como decía santo Tomás Moro, patrón de los políticos. Pimentel y Espadas, fans de Maquiavelo, aprenderán que arrieritos somos y en las elecciones nos encontraremos.
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