El Castillo de las Guardas, naturaleza en estado puro
Suplemento 'Corredor de la Plata'
El río Guadiamar, determinante en El Castillo de las Guardas, presenta un marco natural y de gran potencial para el turismo
El Castillo de las Guardas, se encuentra en una ubicación geográfica estratégica, que permite disfrutar de una climatología excepcional en cualquier época del año. El núcleo principal es El Castillo de las Guardas junto con sus 10 aldeas y varios núcleos urbanos diseminados, donde la paz y tranquilidad abordan la vida y el día a día de sus tranquilas calles. Su privilegiado entorno permite la práctica de numerosas actividades deportivas, tales como: cinegética, recorridos a caballo a través de caminos vecinales, marchas cicloturistas, trails.
A lo largo de la historia, el río Guadiamar ha favorecido el asentamiento de diferentes culturas, como lo evidencia los numerosos yacimientos prehistóricos encontrados en el municipio. Innumerables dólmenes, cistas y túmulos se conservan en los alrededores, del que se destaca la Sepultura del Moro, con cámara rectangular y de gran tamaño o las encontradas en el Cerro de San Antonio Abad.
Las riquezas minerales del lugar han sido explotadas desde tiempos tartesios, pero fueron los fenicios y los romanos, quienes heredaron esta tradición minera, convirtiéndola en el centro esencial de la economía de la comarca. Durante el dominio árabe, El Castillo de las Guardas tuvo un cambio importante. Bajo el nombre de Al-Muniat desarrolló una fructífera ciudad gracias a la restauración de la antigua fortificación castrense de los romanos, llegando a albergar cementerio, mezquita, baños y otras instalaciones islámicas y sobresaliendo como emplazamiento estratégico. El Torreón del castillo, concebido como atalaya de vigilancia en una época de conquistas y sus guardias en zona fronteriza parecen estar en el origen de su denominación. Tras la conquista de estos territorios, por Fernando III, El Castillo de las Guardas, se convierte en municipio dependiente de la ciudad de Sevilla y no sería hasta la época de Carlos II cuando el municipio lograría su independencia siéndole otorgada por orden real la categoría de Villa.
El río Guadiamar, origen determinante en la cultura e historia de El Castillo de las Guardas, que presenta un marco natural incomparable y de gran potencial para el desarrollo del turismo.
El turismo rural en El Castillo de las Guardas es una apuesta segura que cumple todos los requisitos para unas vacaciones perfectas. Nuestros visitantes buscan relajarse fuera de sus ambientes cotidianos y descubrir nuevos lugares adaptados a sus necesidades. Hacer turismo en El Castillo de las Guardas permite mantener el contacto con la naturaleza en un entorno ideal, disfrutando de los beneficios de una escapada rural.
Patrimonio
El torreón del castillo es una fortaleza de la época medieval concebida como atalaya de vigilancia
Uno de los principales senderos que pueden realizar los visitantes parten de los caminos municipales que servían de conexión antiguamente entre las aldeas del municipio y de acceso a las explotaciones ganaderas. Actualmente, existen 70 kilómetros de caminos adecuados, señalizados y que pertenecen a una red de senderos homologados por la Federación Andaluza de Deportes de Montaña, Escala y Senderismo para su disfrute deportivo en contacto con la naturaleza.
A escasos cinco kilómetros del núcleo urbano se encuentra La Reserva de El Castillo de las Guardas, ubicada en terrenos de una antigua explotación minera, uno de los parques más grandes de Europa, donde los animales viven en semilibertad.
Toda esta riqueza natural y patrimonial cuenta con un aliciente más que viene determinado por la gastronomía. Tradiciones como la matanza del cerdo o la actividad cinegética de la comarca siguen arraigadas en este municipio. Entre la amplia variedad de guisos caseros, cabe destacar la gandinga, realizada con asaduras del cerdo, pan y especias. Otros platos caseros como la caldereta de jabalí o venado forman parte de la cultura gastronómica de la localidad, sin menospreciar a la olla de la matanza. Especial atención merecen las chacinas ibéricas, quesos de cabra o el pan de elaboración local, señas de identidad de la cultura gastronómica de la zona. En cuanto a la repostería, cada vez destaca más el piñonate, elaborado con harina, aceite, huevos y miel; o la torta de chicharrones, que suele aprovecharse tras la matanza del cerdo. Rosas, roscas, caracoles o pestiños son otras de las delicias que se pueden encontrar en los diferentes establecimientos de restauración de este municipio.
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