"La ilusión no es la flor, sino la semilla". Quizás por eso resiste a todas las tempestades. Porque se encuentra bajo tierra, en el interior, al resguardo de todo tiempo adverso, ya venga en forma de crisis económica o sanitaria, como la que los 105 municipios sevillanos llevan soportando desde marzo de 2020, cuando a nivel mundial se desató la pandemia del Covid-19. Hay quienes la definen como cualidad, otros como capacidad. Quizás quien mejor pueda precisarla sea el psiquiatra Jaime Rodríguez Sacristán, que ayer recogió una de las distinciones que la Diputación entregó a 12 personas e instituciones por su papel destacado en el desarrollo de la provincia.

Ilusión fue la palabra que centró el lema usado por la administración que preside Fernando Rodríguez Villalobos para celebrar el Día de la Provincia, que tiene lugar cada 23 de mayo: “¡Vuelve a ilusionarte!”. El propio Villalobos recurrió a dicho término en reiteradas ocasiones en su discurso. Desde principio a fin. La ilusión por encarar el presente y el futuro tras un año que ha hecho saltar por los aires muchos proyectos y esquemas. “Como decíamos ayer”, expresión usada por el presidente de la Diputación en referencia a la célebre cita de Miguel de Unamuno cuando regresó de su exilio forzado por las críticas a la Dictadura de Primo de Rivera. Metáfora para una nueva etapa que comienza ahora, cuando aún quedan por despejar ciertas incógnitas.

Al menos, en esta primavera, se ha podido celebrar un acto que el año pasado, cuando se dejaba atrás la primera ola de contagios, tuvo que suspenderse. Una ceremonia que se desarrolló en el patio de la sede de la Diputación, donde se instaló un estrado en el que estuvieron sentados los homenajeados y donde leyeron sus discursos los diversos participantes, eso sí, luchando contra las rachas de viento que algunas veces a punto estuvo de hacer volar más de un folio.

Concha Yoldi con la medalla de oro a título póstumo para su marido, José Moya.

La primera parte fue la más institucional, protagonizada por el discurso de Villalobos, que hizo balance de los diversos programas puestos en marcha por la Diputación para hacer frente a la crisis social y económica desatada por el coronavirus. No desaprovechó la oportunidad para recordar las diversas reivindicaciones que el municipalismo tiene planteadas ante el Gobierno de España y la Junta de Andalucía, aunque fue al Ejecutivo regional al que más se refirió a la hora de mencionar las reclamaciones pendientes.

Entre las peticiones que detalló se encuentra la ampliación del Plan Contigo, enfocado al empleo, que tras una reunión estatal es muy previsible que el plazo de ejecución de los proyectos que lo integran pueda ampliarse hasta finales de 2023. Otra de estas solicitudes de las que se hizo eco ayer fue que el 15% de los fondos europeos para hacer frente a la crisis del Covid sean gestionados por las arcas locales.

Jaime Rodríguez Sacristán tras recibir la medalla de manos de María Eugenia Romero, portavoz del PP.

Su discurso empezó y terminó hablando de la ilusión. La misma palabra que estuvo presente en las intervenciones que, grabadas en vídeo, fueron realizadas por los homenajeados o sus familiares. Doce nombres que constituyen la mejor carta de presentación de la provincia.

Fue el momento central del acto, con la entrega de placas (para las instituciones), medallas y el título de Hijo Predilecto a título póstumo al primer presidente democrático de la Diputación, Manuel del Valle, quien falleció hace un año.

La consejera de Cultura, Patricia del Pozo, saluda al vicepresidente primero del Congreso, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis.

La ceremonia continuó con el discurso que en nombre de los distinguidos pronunció el productor, presentador y monologuista Manu Sánchez. Este nazareno hizo gala de su ingenio en una intervención en la que destacó cada uno de los logros de los premiados. “Sevilla con sus pueblos”, refirió en más de una ocasión antes de dar paso al delegado del Gobierno en Andalucía, Pedro Fernández, que cerró esta ceremonia en la que 12 nombres demostraron que hay razón más que suficiente para volver a ilusionarse.