El derbi sevillano | La crónica

Canales les da la gran alegría a los béticos (2-1)

  • Un gol del cántabro en un gran pase de William Carvalho sirve para que el Betis se meta en los cuartos de final

  • El Sevilla, que jugó sin Joan Jordán, se quedó en un cabezazo postrero de Koundé al larguero

Canales alza su puño para celebrar el gol que le dio el triunfo al Betis.

Canales alza su puño para celebrar el gol que le dio el triunfo al Betis. / Antonio Pizarro

Clasificación más que justa del Real Betis para los cuartos de final de la Copa del Rey. La bola de los verdiblancos estará en el bombo federativo por la sencilla razón de que fueron capaces de anotar un gol más que su eterno rival, un Sevilla, liado en sus múltiples problemas físicos y de planificación en esta fase tan decisiva del curso. Pero el fútbol, como diría en su día el malogrado maestro Vicente Cantatore, consiste en meter un gol más que el rival y eso fue lo que hizo Canales con toda las bendiciones reglamentarias.

Un gran pase de William Carvalho hacia el costado derecho del ataque bético sirvió para que el cántabro tuviera todo el tiempo del mundo para pensar, para que las ideas le vinieran de golpe a su privilegiada cabeza balompédica. ¿Qué fue lo último que pensó el excelente jugador del Betis? Seguramente que la portería del rival la ocupaba un chaval llamado Alfonso Pastor que igual y es un magnífico guardameta en el futuro, pero que en este día le tenía que pesar aún la responsabilidad de haber encajado el saque de esquina directo en la noche anterior.

Canales no se lo pensó, optó por la mejor de las soluciones para los suyos y el disparo salió más o menos centrado, tanto que el joven Alfonso lo tocaba de sobra, pero no tuvo la fuerza suficiente en su mano para repelerlo hacia fuera y se dirigió directo a la red del Sevilla. Las cosas del fútbol, con un portero en Camerún, donde se sabía que iba a estar desde hace más de un año, al suplente lo pilla con el Covid, al menos eso es lo que se supone porque no hay ninguna explicación oficial para su ausencia, y al tercero lo coge sencillamente en una situación en la que no puede jugar por un problema burocrático mal resuelto desde dentro.

El hecho objetivo es que los tres palos del Sevilla iban a ser defendidos por Alfonso y, más allá del palo que recibiera Joan Jordán después del primero de los goles encajado, que también, éste iba a ser el aspecto más trascendente de los 99 minutos que se contabilizaron a lo largo de casi un día de fútbol. Es una circunstancia importante para el desarrollo de todo y ni el más furibundo de los aficionados podrá obviarla, pero eso no le resta ni un ápice de justicia al triunfo de los verdiblancos.

Porque conviene insistir en que los futbolistas que vistieron de verdiblanco con las calzonas negras fueron mejores en la globalidad de esta eliminatoria de los octavos de final de la Copa del Rey. Cada uno empleó las mejores armas que estaban a su disposición, como siempre en el fútbol, y la realidad es que los anfitriones hicieron un mejor fútbol en el primer acto y en el segundo estuvo la cosa mucho más equilibrada, pero se decantó por ese zurdazo de Canales al fondo de la portería sevillista.

¿Qué cambió en la reanudación del encuentro en la atardecida sevillana? Los dos equipos iban a plantear novedades, pero eran mucho más evidentes en los visitantes tanto en lo referente a las piezas como al patrón del juego. Pellegrini sólo introducía al debutante Sabaly en el lateral derecho en el puesto de un Bellerín que acabó la noche anterior con problemas en su boca tras un golpe con Diego Carlos, pero mucho más profundas eran las variaciones de Lopetegui.

El vasco trató de conducir el desarrollo del fútbol hacia una cosa bien distinta a la superioridad mostrada por el Betis el sábado. El vasco metió en el campo a Koundé y Acuña para que salieran del once Gudelj y un Joan Jordán en observación domiciliaria. El Sevilla pasó a jugar con tres centrales para buscar la profundidad a través de los argentinos Montiel y Acuña en los costados. Eso le sirvió para controlar mucho más la situación, para no sentirse tan agobiado con la presión del Betis y para tener la pelota en su poder, pero tampoco para mucho más, porque las llegadas tampoco iban a ser muy nítidas con la excepción de ese cabezazo final de Koundé al travesaño cuando ya los intentos eran a la desesperada para buscar el empate.

Tampoco es que el Betis hiciera mucho más, pues fue evidente que no se encontraba tan a gusto como en el primer acto y que tenía el poder absoluto de la situación. Sólo habían llegado los anfitriones en el gol anulado a Juanmi por fuera de juego y en algún intento en un córner, pero tuvieron el acierto de convertir en gol la primera opción clara que se les presentó. William Carvalho fue clarividente con su pase a la zona más despoblada de la defensa roja, Canales hizo un control magnífico y después tuvo tiempo para pensar, para elegir la situación más correcta para sus intereses.

El Betis se había puesto por delante y eso en un partido de sólo 50 minutos, cuando no hay tiempo material para que las baterías se descarguen en el esfuerzo, era fundamental para inclinar la balanza a su favor. Llegaron después algunos cambios desesperados por parte del Sevilla y las permutas béticas más tendentes a tener futbolistas frescos en el terreno de juego, aunque ni siquiera hiciera falta agotarlas por si llegaba un tiempo suplementario.

Las llegadas sevillistas tenían más corazón que cabeza y ese gol de Canales iba a ser suficiente para que la bola que esté en los cuartos de final sea la que corresponde al Betis. Fue la consecuencia final en lo referente al fútbol de un nuevo episodio negro en la historia de los derbis según Sevilla. Aunque eso ya fue contado más que suficientemente el día anterior y esta vez, una vez tomada la decisión de que se jugara y que los sevillistas la acataran, sólo restaba hablar de fútbol. Marcó Canales, ganó el Betis y lo hizo con toda justicia dentro del campo.

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