laliga santander | Betis-Barcelona · la crónica

Por fin, un gran Betis (1-1)

  • El cuadro de Víctor Sánchez enorgulloce a los suyos con un juego que fue capaz de partir al Barcelona en dos.

  • El error final de Nahuel impide que la fiesta verdiblanca sea completa.

Los jugadores del Betis celebran el gol que les adelantó en el partido.

Los jugadores del Betis celebran el gol que les adelantó en el partido. / Antonio Pizarro

El bético tiene motivos esta vez para sentirse orgulloso de los hombres que defienden su camiseta y del entrenador que los dirige. El Betis, tras protagonizar tantos momentos grises durante los últimos tiempos, fue capaz de lucir como el sol que alumbraba el día ante un Barcelona al que empequeñeció gracias a que lo desconectó durante la mayor parte del encuentro. Le faltó, sin embargo, a los verdiblancos ese último aliento, esa pizca de suerte, para haber vivido la fiesta completa y se tendrán que conformar con un empate por culpa del error de Nahuel en la salida del balón. Y es que no se le puede dejar una pelota a Messi en esa zona cuando ya ha sido recuperada con anterioridad, pues el castigo, entonces, está asegurado.

Fue una pena que el Betis no pudiera culminar un trabajo tan minuciosamente preparado por Víctor Sánchez del Amo. Y lo peor de todo es que el error nace en uno de los hombres que acababa de entrar de refresco, en un Nahuel que debía tener el depósito de combustible a tope para pensar con claridad. Pero se equivocó, trató de volverse para otear el horizonte con más claridad y por allí se encontró con Messi. Pérdida del balón y el argentino del Barcelona halla lo que nadie es capaz, un pase milimétrico a Luis Suárez para que éste defina ante Adán como sólo los grandes saben hacerlo.

¿Justo, injusto? Todas las interpretaciones del desenlace a través del juego serán acertadas, ya que el Betis se hizo acreedor, con creces además, al triunfo a tenor del partido que se había desarrollado durante los primeros 75 minutos, incluso tuvo otra opción clarísima después de ese periodo de tiempo cuando Rubén Castro se plantó completamente en solitario delante de Ter Stegen y estrelló el balón en el cuerpo del competente guardameta alemán. Pero también podrán los azulgrana, y con toda la razón, apelar a que marcaron dos goles y uno de ellos no subió al marcador al no observar el auxiliar de Hernández Hernández que Mandi sacaba el balón al menos medio metro dentro de la portería.

Mejor para el Betis que no lo viera, que no siempre los errores tienen que ser a favor de los dos grandes del fútbol español. No dicen que los árbitros unas veces te dan y otras te quitan... Está claro que esta vez le tocaba al Betis que le dieran y al Barcelona que le quitaran. Así que una vez introducido este paréntesis en el relato de los hechos hay que seguir con lo mucho bueno hecho por el Betis en la soleada mañana que gozó Sevilla.

Llama la atención en el preámbulo la apuesta de Víctor Sánchez por los dos recién llegados. Nada de dudas, si la dirección deportiva estima que son refuerzos para la plantilla, Tosca y Rubén Pardo se colaban entre los 11 titulares para hacer que el Betis fuera sensiblemente mejor que en anteriores ocasiones. El rumano ejerció de central zurdo en un esquema con tres zagueros, las dos bandas eran para los laterales y muchos peones se movían por el medio para dificultar la circulación del balón por parte de Messi y de los suyos. El mediocampista riojano, en ese sentido, ejercía de cierre en un triángulo que formaba con Petros y con Dani Ceballos y que estuvo bastante equilibrado.

Los tres fueron capaces de dirigir una presión muy arriba, casi hasta Ter Stegen para conseguir la clave de todo, que el Barcelona se fuera rompiendo en dos, que por una parte estuvieran Neymar, Messi y Luis Suárez y que por la otra trataran de moverse los otros ocho futbolistas que tenía Luis Enrique sobre el campo. Ese propósito seguro que lo tienen todos los equipos que se enfrentan al Barcelona, pero no es sencillo llevarlo a cabo cuando el balón comienza a rodar. Y el Betis fue capaz de conseguirlo a través de mucho esfuerzo, de muchas carreras que parecían condenadas al fracaso, pero que acababan provocando el error del adversario, ya fuera a través de Mathieu, Digne, Aleix Vidal, Arda Turan o Denis Suárez, menos de Piqué, Rakitic o de Ter Stegen.

Fue evidente que el Betis tenía preparado los automatismos para que el Barcelona se fuera desconectando, para que no fuera capaz de sacar la pelota limpia desde atrás y que ésta llegara hasta Neymar o Messi. Entre otras cosas porque una vez que lo consiguieron todo acabó en un paradón de Adán a Neymar al filo del intermedio. Hubiera sido tremendamente injusto que el gigante se hubiera puesto por delante, ya que los verdiblancos habían sabido detenerlo con un planteamiento muy osado y perfectamente estructurado.

Restaba un tiempo y había que ver si el Betis era capaz de aguantar semejante esfuerzo, si podía seguir presionando tan arriba sin desprotegerse en exceso atrás. Tras una volea de Aleix Vidal en la segunda salida limpia del Barcelona, el cuadro de Víctor volvió a sentirse superior y eso fue provocando que se viera capaz de llevarse un partido de tanto prestigio. Dani Ceballos mandó una rosca al travesaño, Rubén Castro un disparo al poste y, a la tercera, Álex Alegría resolvía un barullo tras un saque de esquina.

El Betis estaba por delante en el marcador y apenas restaba un cuarto de hora para que todo acabara de manera venturosa para los verdiblancos. Sin embargo, ahí se produjo el ¿lógico? paso atrás del cuadro local y el Barcelona ya sí fue capaz de acercarse hasta su trío de estrellas. El achuchón fue considerable y Mandi debió sacar dos veces el balón con Adán batido, lo que indicaba que el sufrimiento sería extremo. Aunque Rubén Castro pudo finiquitarlo en su mano a mano. No fue así y Nahuel le puso los ases en la mano a Messi, una pena porque el Betis había hecho méritos de sobras para ganar. Eso sí, esta vez  los suyos sí pudieron irse orgullosos de sus futbolistas, de haber visto, por fin, a un gran Betis.

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